Esta situado en la parte antigua del pueblo, en el barrio judío que merece la pena visitar, tiene mucho encanto. Tiene Terraza y comedor dentro, es acogedor y tranquilo. La atención es buena, la comida rica y curiosa. Nos gustó lo que comimos. El postre rico pero igual demasiado dulce para mí gusto. El café saben ponerlo también rico. Creo que el precio calidad es bueno.

Excelente experiencia en calidad, servicio y comida. Nos atendieron muy bien, a los niños les encantó el trato recibido. Recomiendo judiones del barco con boletus y panceta confitada

Lo he visitado en varias ocasiones y no deja de sorprenderme. Siempre acompañado en comidas familiares y de amigos, así que está opinión no es sólo mía. Da igual por donde empiece a describirlo que siempre encontraré buenos argumentos. Su ubicación de encuentra a las puertas del barrio Judío. Su decoración está basada en elementos modernos, sencillos pero con un gusto y detalle exquisito. La atención prestada es muy profesional y correcta. Su carta es totalmente mediterránea sin demasiada extensión lo que hace fácil la elección de los platos. A nivel gastronómico comienzan a sorprender desde el aperitivo (obsequio de la casa) que te sirven para hacer boca mientras preparan los entrantes. Toda la carta está cocinada con productos de muy buena calidad y siendo respetados. Se nota el cariño que ponen en la elaboración. Me sorprendieron los postres caseros por su composición y equilibrio en la mezcla de sabores y su dulzor. Me sorprendió que no encontré nada de plástico, cosa que de agradece, opción bastante sostenible. Por todo ello, se convierten en una de las mejores opciones gastronómicas del Valle del Ambroz.

Su posición en el Trip es absolutamente merecida. Fuimos sin reserva un lunes y no hubo problema, pero imagino que en fines de semana será más adecuado reservar. El restaurante es moderno, con una decoración contemporánea y con una terraza con vistas al entorno.