04/08/2025: Excelente cocina con un servicio excepcional.
02/08/2025: Marc Fosh, reconocido por su estrella Michelin, ofrece una propuesta de cocina mediterránea moderna en pleno corazón de Palma. Acudí al restaurante para probar su menú degustación de almuerzo (105 € )una opción atractiva tanto por su precio como por su promesa culinaria. Sin embargo, la experiencia resultó desigual y, en varios aspectos, decepcionante.
Ritmo apresurado e incomodidad en el servicio
Desde el inicio, el servicio se mostró eficiente pero excesivamente acelerado. Aún con el tenedor en la mano, ya se nos presentaba el siguiente plato. Esta cadencia impidió disfrutar adecuadamente de cada elaboración, algo que en un menú degustación resulta clave.
Otro detalle llamativo fue la asunción, por parte del equipo de sala, de que todos los comensales son extranjeros. Nos dirigieron la palabra directamente en inglés.En particular, la persona encargada de explicar los platos apenas dominaba el español, lo que dificultaba la comprensión del contenido y la filosofía de cada elaboración.
Una propuesta gustativa monótona
El menú resultó sorprendentemente lineal, sin altibajos ni sorpresas. Predominaban sabores ácidos y cítricos repetidos en varias composiciones. Esta reiteración terminó por fatigar al paladar y restó matices a la secuencia. La creatividad, que uno espera en una cocina de autor, se vio sustituida por una cierta previsibilidad.
Presentación y vajilla sin alma
La elección de la vajilla también contribuyó a la monotonía estética del menú. Todos los platos fueron presentados sobre porcelana blanca, sin variaciones de formas o colores que pudieran reforzar visualmente la experiencia gastronómica.
Postre olvidable y carne deficiente
El postre, lejos de ser un colofón memorable, pecó de simple y anodino, sin técnica destacable ni una historia que contar. Por su parte, el plato principal de carne contenía un nervio que comprometía la textura, lo que no debería suceder en un restaurante de esta categoría.
Conclusión
La experiencia general en el almuerzo de Marc Fosh fue correcta pero poco emocionante. La falta de ritmo, una atención poco personalizada y un menú sin riesgo ni sorpresa restan brillo a lo que debería ser una experiencia de alta cocina. La técnica está ahí, pero la emoción, en esta ocasión, no apareció.