Restaurante Lino en Madrid

Pedimos lo siguiente: Pan: Calentito y rico Chorizo: Crudo, frío y con mucho nervio Morcilla: Nada crujiente, grasienta y fría por dentro. Riñones: Bien de sabor pero estaban fríos. 1/4 Cordero: Estaba crujiente y con buen sabor, bueno y recomendable. Ensalada: Excelente presentación y calidad de las verduras. Postre: Torrija, demasiado dulce Servicio: Agradable y resolutivo en todo momento Ambiente: Bonito pero sin evolucionar.

Buen servicio, excelente comida y precio dentro de lo esperado.

No saben lo que es el gluten y no tienen carta de alérgenos. Comida aceptable aunque precio algo elevado. No repetiremos.

Tipico asador castellano. Vieja escuela en el horno y buen producto de la tierra. Voy a menudo a tomar la cerveza al mediodía y doy fe que asan a diario, tanto el lechazo como el cochinillo que les sirven de Ávila. Es un sitio que no suele fallar. El cochinillo está de muerte, también el lechazo, las carnes a la brasa y los torreznos. El bacalao algo mas flojito. Los callos pueden estar entre los 10 mejores de Madrid. Las raciones son generosas. El servicio es eficaz y correcto! El precio es elevado, pero esta comida se paga. Se sale de 50 por cabeza para arriba con un vino de la casa. La mayor pega es que la sala suele estar algo desangelada, al menos a diario, y nunca aciertan con la temperatura adecuada. En invierno hace frío y en verano mucho calor. ¿Hay mejores asadores en Madrid? Seguro!! pero este no defrauda...

Mesón clásico que conserva la esencia de la buena cocina de los asadores.

Realmente muy sorprendida, sobre todo por su decoración tan curiosa. Aprovechando una ocasión familiar muy especial, hemos venido a probar la tan conocida gastronomía castellana que en este restaurante nos ofrecen: su cordero y su cochinillo. Nada más entrar te puedes encontrar con su horno de piedra y las bandejas preparadas para que, nosotros los comensales, podamos degustar y deleitarnos una vez sentados en uno de sus salones decorados con un estilo clásico que recuerdan épocas medievales. Vigas de maderas y azulejos de cerámica decoran el espacio junto con cuadros de bodegones, en ocasiones con temáticas costumbristas, donde el claro paso del tiempo ha ido dejando una grisácea capa oscureciendo el óleo. También podemos encontrar algunas cabezas de animales colgadas, cabezas de toros concretamente, que si bien no soy yo muy taurina, ni comparto este gusto estético, entiendo que van con el estilo del lugar. Pasemos a lo importante, la comida. Te reciben con un aperitivo de encurtidos variados y unos panes hechos al horno muy esponjosos y ligeramente impregnados en aceite, solo por esto ya merece la pena visitar el restaurante. Pedimos unas croquetas de cocido que estaban pasables, un jamón bastante rico y una ensalada para acompañar nuestro cochinillo y el cordero. Estos últimos de sabor muy agradables y con la piel crujiente super sabrosas, además, lo acompañan de unas patatas panaderas que siempre es de agradecer. Por cierto, así como el rioja de la casa acompaña a la perfección, los postres están buenos pero no son nada especial.

Como siempre, porque es difícil de mejorar. Por apuntar una sugerencia, que las porciones de pan eran más pequeñas. La mitad como mucho!!

Muy buen cordero, muy buen servicio y todo muy muy rico