Comencemos por el local,agradable, moderno y ecléctico en su decoración, con toque de taberna tradicional, a lo vintage, bien iluminada y un mix de mesas altas y bajas, cuyo encanto, una vez lo ocupan los comensales, deviene incómodo, pues es tal el número y la proximidad entre las mesas que, inevitablemente, escuchas las conversaciones a izquierda y derecha, como inequívocamente se enterarán terceros de los pormenores de tu diálogo con tu acompañante, y aunque por discreción bajas automáticamente el volumen de tu voz, y eso que, personalmente, ya lo es habitualmente, el ambiente acaba resultando un tanto agobiante, tanto física como acústicamente.
Afortunadamente, en el capítulo gastronómico se da un giro de 180°, con una carta con propuestas sencillas, pero bien elaboradas y muy gratas al paladar, su punto fuerte.
En mi reserva solicité unas etiquetas de cava, espumoso que no se encuentra entre sus propuestas, enfocadas a vinos de diferente D.O., y entre lo ofrecido opté por el Júlia Bernet Feixes de la Font 2021, un Corpinnat seco y medianamente afrutado de Xarel-lo y Chardonnay, con un mínimo de 36 meses de crianza. No hubo sorpresas, pues ya lo había paladeado en anteriores ocasiones. Un buen coupage para los que aprecien los Cavas marcadamente secos.
<Rompimos fuego> con unas Vieiras del Pacífico con una salsa tan sabrosa que la recomendaría sin dudarlo...al primer bocado. Acertado punto de cocinado y un retrogusto que sigues paladeando. Las más sabrosas que he tomado hasta la fecha, y hablo de unos 20 locales expresamente elegidos. No es necesario añadir más.
Pasamos a unas alcachofas crujientes - algunas demasiado, pues su parte exterior hubo que desecharla, por seca y leñosa -con chistorra, yema y parmesano. Un afortunado mix, salvo por el matiz introducido, una pena, pues somos de los <adictos> a esta sabrosa hortaliza, que no "verdura".
Rematamos con una explosión de sabor en forma de cazuela baja con asas... plena de huevos estrellados, lo que se llevó a cabo antes nuestros ojos, una vez <aposentada>, perdón por el formalismo un tanto desusado, en nuestra mesa, acompañados de langostinos al ajillo y unas finas patatas fritas, de esas que invitan a tomarlas de inmediato con 2/3 dedos y sin más ceremonia. Un plato que satisfará al 100% de los demandantes. Y a buen precio, a pesar de haber alcanzado, por circunstancias por todos conocidas, de artículo de lujo.
Rematamos con una tarta de queso de Idiazábal, tan suavizada en textura y sabor que no pude apreciar en plenitud el personal gusto del queso vasco de oveja, cuya pasta prestada había disminuido, para mí demasiado, en firmeza, difuminando las notas de madurez que le son propias. Demasiada estandarización, según mi punto de vista, creo que objetivo, para aproximarlo a un más amplio abanico de comensales, que quizás rechazarían la rotundidad que otros apreciamos en un producto con esa denominación.
Sino fuera por este último detalle y la parte desperdiciada de las alcachofas, por exceso de exposición al fuego, sin duda mi nota sería un 5. El servicio, aparte del "detalle" de traerme el cava desde un local próximo del mismo grupo restaurador, atento, aunque quizás deberían esperar a que se finalizase el plato que estás disfrutando antes de traerte el servicio, e incluso, la siguiente comanda.
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