Restaurante Golosía en A Coruña

Croquetas de langostinos, mejillones en escabeche, Raviolis de ciervo, giozas de rape y langostinos, solomillo de vaca. Vino ribera de Duero postres todo riquísimo muy bien presentado y esquisitamente servido.tomamos whisky, absenta y licor café. El precio muy acorde con lo servido

Calcots muy ricos.El dueño , Alberto, muy majo y el camarero también ,en todo momento pendiente de los comensales.. la relación calidad-precio buena. Recomendable 100%.

Un lugar maravilloso. Si buscas algo diferente a lo de siempre este es tu sitio. Comida riquísima y una atención de 10.

Un lugar muy agradable, el local pequeño pero las mesas separadas no da sensación de agobio. El camarero muy atento y muy majo. La comida nos ha sorprendido mucho para muy bien, todos los platos buenísimos y muy bien de precio. Repetiremos.

Buen servicio. Pocas mesas y fácil diálogo con el camarero, una pena que no especifiquen en su página que la calçotada y la inmersión en un homenaje 100% d cocina catalana sea exclusivamente los domingos, lo que nos decepcionó en principio, así que hubo que sintonizar en modo <flexible> y adaptarnos a su carta habitual, en absoluto despreciable, pues es un abanico que cubre varios frentes. Primero nos pusieron un aceite extra virgen para "mojar", en lo que no tuvieron que insistir, mientras tomábamos la primera copa del brut pedido. Anchoas d Santoña, bocado exquisito, y unas mongetes con butifarra nos calmaron el apetito, también el gusto, pues estaban en el punto adecuado y es un plato saciante. También el arroz meloso con langostinos y setas se dejó querer, ración suficiente en un cuenco para compartir. El arroz carnaroli tiene una fama bien merecida. Unas cañitas de crema, en un hojaldre bien texturizado - pues es de los que no se deshacen, a veces algunos creen que el punto es el de un milhojas, exagerando un tanto, para entendernos - , remataron una comida en un local pequeño, acogedor y con un punto d originalidad. Música a volumen bajo de fondo, para poder charlar relajadamente, y muy buena la selección de aquella, para los que, entre otros, amamos el período que va d los 70 hasta los 90. Nueva visita en la semana. Obligada exploración de la sugerente carta. La ensaladilla con langostinos fue un bocado apetitoso, con la mahonesa justa y su toque particular, refrescante y equilibrada. Nunca entenderé por qué "algunos" la consideran un entrante primaveral o del estío, para mí en válida a lo largo de los 12 meses. Esta vez si hubo unos deliciosos calçots, a la crema, no a la más tradicional brasa/parrilla, acompañados de cecina Waygu. Una simbiosis perfecta, pues esta última aportaba carácter a unos calçots que se deshacían en la boca. Afortunado contraste, con vocación de sumar, no de competir entre sabores. Unos raviolis de verduras, pródigos en estas y bien especiados, pero aptos incluso para gente menuda, redondearon la cena, junto con la guinda final, una tarta de queso con esa textura intermedia que, personalmente, es la q más aprecio. Cremosa pero sin deshacerse, pudiendo tomar el bocado en la medida q busques utilizando solo un tenedor, q al hundirlo en la tarta ya es un termómetro del punto dado por el repostero. Repetimos el cava brut nature y "nos regalamos" algo que aprecio pero es difícil encontrar, unas copas de sidra de hielo canadienses, a la temperatura adecuada, coincidente con aquella a la que se sirve el más conocido vino de hielo que ponen en el mercado algunos productores de los viñedos que enmarcan el germano Rin. Buen ambiente, mejor atención y una presentación adecuada de los pedidos, sin estridencias, pero agradables a la vista. Buena carta d vinos, para paladares diversos, y una de las más ricas, por variada, ofertas de vinos d sobremesa, para los que disfrutamos desde lo ya mencionado a una grappa, un Tokaji, o unas cuantas alternativas más que le darán una pátina de aventura a la visita, y sí, hasta Toulouse-Lautrec encontraría esa absenta que tantas noches le acompañó en Montmartre ; aquí, por cierto, con una presentación espectacular.

Fuimos un sábado al mediodía, de casualidad y sin reserva, tuvimos suerte, ¡recomiendo reservar! Pedimos dos entrantes y un arroz para dos, con dos postres y bebida por menos de 45€ por persona. Es una oferta muy interesante, cerca del Museo de Bellas Artes.

Muy buena experiencia. Platos elaborados, originales y de calidad. Podria considerarse cocina de autor. El local es muy pequeño, a penas caben 5/6 mesas, lo que lo hace mas acogedor y, tal vez por eso, pueden ofrecer un servicio rápido y una atencion inmejorable. Recomendable darle una oportunidad y probar la experiencia.

Bonito y acogedor restaurante situado en el Orzán . A destacar las paredes de piedra y una bonita lareira. Excelente trato y servicio rápido. Platos muy bien presentados y productos de calidad. Nos decidimos por una deliciosa ensaladilla, canelones de berenjena 🍆, mejillones con salsa picante y arroz meloso con boletus. De postre, un variado de tarta de queso (de lo mejor), cañitas de crema y una especie de galletas con chocolate bastante bueno. Se puede recomendar, se come bien, muy buen trato, y muy rápido, en pleno centro de la ciudad. Si vas a cenar, las copas se pueden tomar justo al lado, en La Barbería.

Repetiremos!!! Sitio, atención y comida TOP. Hemos comido en pareja en un ambiente muy agradable, con una atención por parte del personal individualizada, muy pendiente de los detalles. Gracias.

Espectacular atención y la recomendación del vino francés inmejorable. Pedimos ostras que eran de calidad superior y los siguientes platos, fue una explosión de sabor. Sitio súper recomendable y volveremos muy pronto.