Restaurante Convento de San Pablo (Parador de Cuenca) en Cuenca

Excelente todo en la comida...Champiñones con huevo y trufa...Crema de Puerros...Tabla de quesos y Lomo de Corzo...excelente la cocina en los Paradores Nacionales y este convento es una belleza...mal el parking poco y muy pequeño por falta de sitio en una cuesta complicada...

Es sin duda un Parador localizado en una zona estratégica y absolutamente preciosa de la ciudad de Cuenca. En la noche con tan solo salir a las zonas comunes del Parador, podrás observar las Casas Colgadas iluminadas y todo el perfil de Cuenca iluminado, es realmente bonito. Pasando por el Puente de San Pablo que se hace de forma muy sencilla se llega rápidamente a todos los museos de la ciudad y a la Plaza Mayor. Está en una zona estratégica para realizar la subida al Monte del Socorro, la cual recomiendo. La atención en el Parador es exquisita, desde la llegada donde nos facilitaron el cuarto con gran diligencia. En el bar donde tomamos nuestras consumiciones para descansar la atención fue muy buena por parte de todos los camareros, en el desayuno la atención impecable, nos atendieron de lujo y comimos unas migas para desayunar con churros exquisitos también, más la gran variedad de productos en el buffet y el buen café. La habitación la encontré desgraciadamente muy desfasada, me alegré de no adquirir una de categoría superior la verdad, era bastante espaciosa pero hay que renovar. El edificio está muy bonito y bien conservado con algunas partes, imágenes, y cristaleras originales. La atención en la recepción a la salida no fue buena. En resumen sin duda, volveremos para seguir siendo amigos de Paradores. Gracias a todo el equipo de buena gente.

El edificio es precioso. Las vistas espectaculares. Pero sta muy viejito

La ubicación regular hay que cruzar el puente el que tiene vértigo para ir al centro lo pasa mal .

Fantástico. Lugar privilegiado. Servicio muy preparado

Hermosa ubicación con habitaciones amplias y confortables en un ambiente tranquilo.

Excelente ubicación, a menos de diez minutos andando tanto de la parte baja como la alta de Cuenca. Las vistas que tuvimos fueron exteriores y espectaculares, escuchábamos el rio Huécar en la tranquilidad de la noche mientras disfrutábamos de la parte alta de Cuenca iluminada. El personal super agradable y muy atentos. Quisiéramos destacar la limpieza tanto de las zonas comunes como de las habitaciones.

Nos encantó, estuvimos alojados un finde allí y hemos vuelto con unos amigos para qué lo vieran

Fuimos a comer y al llegar coincidimos con una boda, el aparcamiento es muy limitado y no pudimos aparcar en el Parador, por lo que al tener que buscar aparcamiento más alejado y volver andando, recomiendo ir con tiempo.El restaurante es una pasada una estancia especial y comimos debajo del púlpito, aunque la organización de las mesas no me gustó, pues hay demasiadas y congestiona el servicio.De primero quesos manchegos, ración escasa y zarajos a la plancha, bien de sabor.De segundos lomo de corzo, un plato original y recomendable en su punto y jugoso, también secreto al carbón.Respecto a los postres helados de queso manchego que ya lo hemos probado en otro Parador, ración generosa y una delicia, también flor manchega con helado de frambuesa.El servicio despistado y lento.

Era un bufet, había gran variedad de platillos y el servicio muy bueno. El restaurante está muy lindo, antes ahí había una capilla, vale la pena conocerlo.