restaurante carlos en Elx

Nos casamos el 25 de octubre en el restaurante Carlos y sin duda volveríamos a elegir el mismo sitio. La comida buenísima, el servicio muy amable, todo el rato pendientes de que no nos faltase de nada y el sitio es espectacular y muy muy bonito. Pablo nos ayudó con todo, cualquier duda que teníamos nos respondía rápido y hacía lo posible porque todo saliese bien.

Las pizzas increibles, y la camarera Rocio un 10! Volvemos seguro!

Buen menú a buen precio 👌 El arroz con conejo y caracoles a la leña francamente muy bueno, sabroso y en su punto. Enhorabuena.

María Luisa, ha sido la camarera que nos ha atendido genial. Muy buena profesional 👍

Comida tradicional ilicitana, en el campo de elche. Lugar muy encantador

Celebramos un bautizo y ha sido una experiencia de 10. Pablo estuvo muy atento en todo momento. La comida exquisita, decoración y servicio espectaculares. Nos ha encantado, tanto a nosotros, como a los invitados. Gracias de nuevo.

La mejor paella que me he comido de conejo y caracoles 😋 Mil gracias por todo Un trato de 10 y la comida de 100

Todo perfecto. Un servicio y unas instalaciones de 10. El arroz y conejo, de 11. He ido varias veces, pero el sábado pasado, se superaron. Muy, muy recomendable…

Hoy tuve una boda y estupendo el servicio y la comida aparte de un sitio espectacular Gracias a Pablo por todo por darnos confianza y su implicación es una persona excelente y seguro repetiremos

El Restaurante Carlos es, sin lugar a dudas, uno de mis favoritos. Lo afirmo sin titubeos, pues su cocina brilla con luz propia, especialmente con uno de los platos más emblemáticos y difíciles de ejecutar con maestría: el arroz con conejo al sarmiento. En este plato, el restaurante alcanza la excelencia. El sabor profundo, el punto justo del arroz, la intensidad del conejo y el toque del sarmiento lo convierten en una experiencia sensorial inigualable. He probado versiones en diversos locales, pero ninguna ha logrado superar esta. No obstante, toda experiencia gastronómica de alto nivel debe contemplar algo más que la cocina: el servicio de sala. Y es aquí donde, lamentablemente, el Restaurante Carlos deja margen de mejora. Una de las principales carencias es la falta de atención continua a los comensales. No se trata de exigir un servicio invasivo, sino de reclamar lo esencial: que los camareros estén atentos a las necesidades de las mesas sin que sea necesario recurrir a levantar la mano con la esperanza de que alguien nos vea. Este tipo de situaciones rompe la armonía de la experiencia y resta puntos a una cocina que, como ya he dicho, roza el sobresaliente. Se echa en falta la presencia constante de un maître o encargado de sala en cada uno de los espacios del restaurante. Si bien existe la figura, su alcance es limitado y no puede estar presente en todos los salones al mismo tiempo. Por tanto, se vuelve prioritario asignar a alguien que, con “vista de águila”, observe y gestione cada salón con atención al detalle. Este ajuste no requiere grandes inversiones, solo una reorganización del equipo y una clara instrucción a los camareros: la atención proactiva es clave. No basta con moverse entre mesas, hay que leerlas, anticiparse, cuidar el ritmo del servicio. Y si hablamos de detalles, hay un aspecto adicional —menor pero no irrelevante— que también merece atención: el arte de tirar la cerveza. En muy pocos restaurantes se domina, y cuando se nota, se agradece. Una formación breve en este ámbito marcaría la diferencia. Insisto: esta es una crítica constructiva. Carlos es, para mí, uno de los grandes restaurantes. Pero la grandeza no solo se cocina, también se sirve. Y si logran alinear la excelencia de la cocina con un servicio de sala más atento y profesional, estaríamos hablando de una experiencia redonda, digna de ser recomendada sin reservas. @josejuanraymundo