Restaurante Blanco y Negro en Bilbao

Fuimos un festivo por la noche y el local estaba vacío. La comida estaba muy buena, raciones generosas y a un precio muy razonable. El servicio también fue muy bueno y cercano. Repetiremos

Un barcito genial donde paramos a tomar un vino durante un tour a pie por Bilbao. Es un sitio muy peculiar, pero parece ideal para tomar tapas y copas. No te dejes intimidar por el exterior: el personal es amable y el vino es buenísimo.

Fue una experiencia agradable; disfrutamos de una comida estupenda. El ambiente era agradable y, para nosotros, padres de adolescentes, fue una experiencia muy agradable.

Comida muy buena y abundante. Ambiente agradable. Precio razonable.

la comida especial como siempre, fácil de comer con cosas para aprender siempre, eso da gusto. El servicio muy atento y con muchas ganas de explicarnos todo y eso que era un día complicado de gente. volveremos siempre volvemos

Acabamos en este lugar después de varios intentos en lugares cercanos, donde estaban completos. Un hallazgo. El interior es cuando menos curioso. Un local antiguo, con decoración ecléctica, paredes desconchadas y objetos de hace 50-60 años (recortes de periódicos en las paredes, muñecas antiguas, símbolos religiosos). El mismo eclecticismo se traslada a la cocina: la carta comprende platos locales (pisto a la bilbaina, bacalao al pilpil) junto a otras recetas del resto de España (ensaladilla rusa, callos con garbanzos, oreja a la plancha, albóndigas en salsa, etc) e internacionales (gyozas de berenjena, pákoras, rollitos sefardís o Moussaka de ternera). Todo lo que probamos (las gyozas, el pollo salteado, las croquetas y los langostinos al ajillo) nos gustaron. La única pega fue la tarta de queso al horno: densa y sin gracia, no vale lo que cuesta (8,5€). Buena atención. Nos sentamos al fondo, junto a la cocina, y mantuvimos una conversación muy agradable y fructífera con el cocinero.