10/11/2025: Ir a El Molín de Mingo es una de esas experiencias que te hacen entender por qué la cocina asturiana enamora tanto. El restaurante está escondido entre montes, caminos rurales y paisajes verdes que parecen sacados de una postal. Solo llegar ya tiene su encanto: aparcas, respiras aire puro y te encuentras con una casona preciosa, rústica y acogedora, de esas que te hacen sentir en casa aunque sea tu primera vez.
La comida es, simplemente, increíble. Tradición pura, pero con una calidad brutal. Aquí no vas a encontrar platos modernos ni decoraciones extravagantes: vas a encontrar cocina asturiana auténtica, hecha con cariño, con producto bueno y con sabor del de verdad. Probé sus famosos tortos, el cabrito —tierno, sabroso, que casi se deshace solo— y un arroz con leche que, sinceramente, debería ser patrimonio regional. Todo raciones generosas, de esas que casi te obligan a parar para coger aire antes del postre.
El servicio fue muy cercano. Te tratan como si fueras cliente de toda la vida: explican los platos, recomiendan, bromean sin ser pesados y están pendientes sin agobiar. Se nota ese estilo familiar que tanto se agradece en restaurantes de aldea. Aquí no hay prisas. Aquí se viene a comer con calma, a disfrutar y a pasar un rato agradable.
El ambiente del local también suma muchísimo. La decoración es rural, cálida, con chimenea, maderas, paredes de piedra… lo justo para crear un espacio acogedor que te invita a quedarte. Y si el día acompaña, la terraza y el entorno hacen que la experiencia suba de nivel. Es un sitio precioso tanto para ir en pareja como en familia.
El único “pero” real: es imprescindible reservar, especialmente en fines de semana y festivos. Y además, suele haber bastante coche, porque está en un entorno rural donde no hay grandes aparcamientos. Tampoco es barato comparado con sidrerías de la zona, pero la calidad del producto lo justifica totalmente.
En resumen: El Molín de Mingo es cocina asturiana en su versión más auténtica y deliciosa. Buen ambiente, trato familiar, platos que te dejan feliz y un entorno espectacular. Si quieres comer de verdad, aquí es donde hay que venir. Yo volveré seguro, y además con hambre.
10/11/2025: Ir a El Molín de Mingo es una de esas experiencias que te hacen entender por qué la cocina asturiana enamora tanto. El restaurante está escondido entre montes, caminos rurales y paisajes verdes que parecen sacados de una postal. Solo llegar ya tiene su encanto: aparcas, respiras aire puro y te encuentras con una casona preciosa, rústica y acogedora, de esas que te hacen sentir en casa aunque sea tu primera vez.
La comida es, simplemente, increíble. Tradición pura, pero con una calidad brutal. Aquí no vas a encontrar platos modernos ni decoraciones extravagantes: vas a encontrar cocina asturiana auténtica, hecha con cariño, con producto bueno y con sabor del de verdad. Probé sus famosos tortos, el cabrito —tierno, sabroso, que casi se deshace solo— y un arroz con leche que, sinceramente, debería ser patrimonio regional. Todo raciones generosas, de esas que casi te obligan a parar para coger aire antes del postre.
El servicio fue muy cercano. Te tratan como si fueras cliente de toda la vida: explican los platos, recomiendan, bromean sin ser pesados y están pendientes sin agobiar. Se nota ese estilo familiar que tanto se agradece en restaurantes de aldea. Aquí no hay prisas. Aquí se viene a comer con calma, a disfrutar y a pasar un rato agradable.
El ambiente del local también suma muchísimo. La decoración es rural, cálida, con chimenea, maderas, paredes de piedra… lo justo para crear un espacio acogedor que te invita a quedarte. Y si el día acompaña, la terraza y el entorno hacen que la experiencia suba de nivel. Es un sitio precioso tanto para ir en pareja como en familia.
El único “pero” real: es imprescindible reservar, especialmente en fines de semana y festivos. Y además, suele haber bastante coche, porque está en un entorno rural donde no hay grandes aparcamientos. Tampoco es barato comparado con sidrerías de la zona, pero la calidad del producto lo justifica totalmente.
En resumen: El Molín de Mingo es cocina asturiana en su versión más auténtica y deliciosa. Buen ambiente, trato familiar, platos que te dejan feliz y un entorno espectacular. Si quieres comer de verdad, aquí es donde hay que venir. Yo volveré seguro, y además con hambre.