Restaurant Fonda Riga en Vilallonga de Ter

Increíblemente bueno. La comida es increíble, pidas lo que pidas (yo recomiendo el bacalao con miel y mascarpone). El lugar está un poco escondido, pero fácil de llegar. Desde fuera parece muy rural y muy de pueblo (la cual me encanta) y me encanta aún más al ver que es una variación entre lo rural y lo moderno más las vistas. Increíble. Las habitaciones están muy bien equipadas y sea cual sea con buenas vistas. Lo recomiendo al 100%

¡Una experiencia única! Pasamos unos días de hotel con nuestra pequeña de 5 meses. Nos pusieron una cuna en la habitación y siempre teníamos una mesa que capita bien el cochecito. Todo está pensado y ejecutado con mucho gusto. Comimos y desayunamos todos los días. Todo buenísimo. Remarcaría los desayunos: ¡increíbles! ¡Volveremos!

Hemos venido para comer con nuestro hijo y les aseguro que volveremos. Personal muy amable y atento, sitio espectacular con unas vistas de infarto y la comida 5 estrellas. Sitio muy recomendable.

Sólo puedo valorar el restaurante, y cumplió totalmente las expectativas, buena comida, bien elaborada y buen servicio

Personal muy amable y competente Comida de buena calidad Sobre los desayunos, espectaculares La única pega para mi, es la carretera que te lleva a la fonda. Por lo demás, perfecto

ADVERTENCIA: ¡HORRIBLEMENTE PERFECTO! Me gustaría relatar mi horrible y perfecta experiencia en la Font de Riga para advertir a futuros incautos de los maravillosos peligros que entraña pisar esta fonda. La cena a la carta fue un ataque directo, planificado, con premeditación y alevosía. Platos tan sabrosos que uno cena con miedo, temiendo que en cualquier momento entre la Interpol gastronómica a detener al cocinero. Nuestra dieta quedó masacrada, dejándonos con una culpa tan intensa que pasó la noche martilleando nuestras conciencias. El vino de la casa, con precios tan aptos para cualquier bolsillo, fue otro complot. Nos llevó de la mano inevitable de la embriaguez. A esas alturas, negar otra copa habría sido un gesto agresivo por nuestra parte. Y entonces, la habitación. Un drama para cualquier urbanita. Encontrarse con un espacio tan acogedor, tan rural y con vistas tan insultantemente bonitas es emocionalmente devastador. Al regresar a Barcelona, el contraste fue tan brutal que el gris parecía haberse duplicado. Estamos estudiando demandar por nostalgia crónica y melancolía inducida. El dueño —un hombre tan simpático que debería estar regulado por ley— incitó a mi mujer a conspirar contra nuestra propia economía, pues ahora pretende volver cada dos semanas “por salud espiritual”. Su cordialidad es un auténtico peligro: uno olvida completamente cualquier planificación financiera sensata del hogar. El desayuno fue un auténtico desafío a nuestra movilidad: un banquete épico de embutidos y productos de la tierra, tan abundante y delicioso que resultó imposible irse a pasear después. Lo único sensato era rendirse a la gravedad y entregarse a una siesta obligatoria, perdiendo una mañana completa. En conclusión: una experiencia horriblemente perfecta. Estamos profundamente afectados. Ahora tendremos que repetir cada fin de semana. Este establecimiento, sinceramente, debería reflexionar sobre las irreparables consecuencias de semejante excelencia: hemos vuelto a casa con tal nivel de satisfacción que sospechamos necesitar vacaciones para recuperarnos de las vacaciones.

Fuimos a comer en familia. Tienes que reservar con mucho tiempo. Vistas espectaculares. Precios normales echando a altos, pero vale la pena. Muy buena atención. Eso sí, carreterita estrecha y con unas cuantas curvas que...si no te gusta conducir mejor no vayas. En cualquier caso, recomendable ir al menos una vez en la vida.

Sólo fuimos al restaurante. Un lugar moderno pero con solera. Unos propietarios y trabajadores que aman lo que hacen y eso se nota en el menú y en los detalles. La carne estaba sabrosísima (entrecot de ternera con salsa de setas). Las vistas desde esta ubicación son extraordinarias, con el valle abajo, a lo largo. Carretera, a veces, estrecha y con bastantes curvas.

Restaurante masia muy elegante con vistas, grandes vidrieras referente en la zona. Hemos venido varias veces y muy bien. Comida elaborada, producto de la zona y con xup-xup 😊. Patatas Rellenas con butifarra, salsa muy gustosa. Carpaccio de peus de poc con setas gustosa. Buñuelos de bacalao cremosos y con mucho sabor a bacalao como debe ser muy ricos. Segundos bien elaborados, pato con peras buenos aunque me esperaba más gustoso. Potro en salsa con sabor intenso, viene troceado y muy gustosa. Y el top espalda de cordero al horno.. dios!!! Imprescindible;, meloso, gustoso intenso... el mejor que he probado. Postres al mismo nivel torrijas con helado de canela y salsa caliente ... Un top.. bien servidos. rapidos y carta de vino extensa. Reservar imprescindible parquing al lado y media 50€. Muy bien..👍

Era la tercera vez que venía y esperamos seguir viniendo muchos años a disfrutar de la gastronomía exquisita de este restaurante y de las vistas privilegiadas. Vinimos a celebrar nuestro primer aniversario con mi pareja y pese a no disponer de la mesa con vistas que pedí por teléfono varias semanas antes, disfrutamos mucho de la experiencia. Comimos en el primer turno, a las 13:30h. La camarera que nos atendió nos sirvió de forma muy cercana y profesional. A recomendar el milhojas de patata y los postres caseros que están deliciosos. Volveremos en febrero, ¡muchas gracias por todo!