Mientras hacíamos la senda delOso, paramos aquí fortuitamente, gracias a que el bar anterior (puente de la cansina) nos dijo que no se podía pagar con tarjeta ni bizum, gracias a eso descubrimos este rincón familiar, con personal muy amable y comida a parte de rica, casera. Bajo nuestra experiencia es el mejor trato de restauración que recibimos esos días. Cachopo casero exquisito, croquetas y morcilla de matachana y una sidra para amenizar la caminata y recuperar fuerzas ;) y sin olvidarnos del postre de requeson que estaba del 10. Gracias por el trato.