El establecimiento cuenta con una estética industrial, similar a la de otros locales, con bancos corridos, que resultan incómodos, dificultan la comida y parece que inviten a una degustación rápida para posibilitar el acceso de otros comensales/clientes.
El servicio es atento y profesional.
La carta es limitada, consistiendo en una serie de entrantes, carnes con guarniciones y salsas a escoger y postres.
Los entrantes son escasos, sobre todo teniendo en cuenta su elevado precio.
La mala relación entre precio y producto se acentúa en las carnes. La propuesta se limita a chuletón o entrecot, ya de vaca rubia gallega o de angus extranjero. En ambos casos, resulta muy cara. En cuanto a la primera, hasta desorbitado. La preparación es buena y la cocción se ajusta a lo solicitado. Las carnes se sirven sobre planchas que buscan mantenerla caliente y el corte es adecuado.
La tarta de queso que tomamos como postre resultó ser una maravilla.
Carta de vinos también limitada, pero con un precio ajustado.
Buenas carnes, pero cuyo precio no resulta proporcionado.
Sorprendente, entras por una pizzería, bajas las escaleras y te encuentras un templo de carne a la brasa espectacular.
Calidad y punto de la carne de primera.
Buen detalle la mantequilla ahumada.