Parador de Guadalupe en Guadalupe

Precioso y una excelente gastronomía

Excelente Parador, con un personal fabuloso ayudando en cualquier momento. La habitación superior con una terraza enorme y con un interior de la habitación bastante acogedor.

Nos ha encantado la estancia. Nos encantaría volver. A destacar la ubicación, la maravillosa atención del personal y la comida. La piscina también está muy bien.

El Parador de Guadalupe es una auténtica joya. La ubicación no puede ser mejor, justo junto al monasterio, con unas instalaciones llenas de encanto, cuidadas al detalle y muy auténticas. La piscina con las vistas al monasterio es simplemente espectacular. El personal, tanto en recepción como en el restaurante, nos atendió con una amabilidad y profesionalidad de diez. El desayuno es excelente, variado y de gran calidad, y la cena en la terraza fue exquisita, un verdadero lujo. Además, se agradece mucho que permitan mascotas. ¡Una experiencia totalmente recomendable!

Un lugar impresionante y precioso.

Si ubicación es perfecta, tiene parking para máximo 25 coches, si vas en finde puede ser complicado aparcar. Interior es muy bonito, patios y zona piscina. Atención recepción, muy amables las chicas en todo momento, muy atentas. Restaurante, atentos en la cena, pega y critica, el cierre de horario de comida y cena, es temprano en comparación con el horario de España, y pega importante y disgusto porque llegamos sobre las 14.45 al parador con fiestas del toro allí, dejar el coche en doble fila en su parking, registrar, subir maletas, aparcar bien el coche, llegamos para comer en el parador a las 15.28, llamando al camarero n veces, para acercarse a las 15.45 para indicarnos que estaba cerrada la cocina. No es de recibo cuando llegas de un viaje y fiestas en el pueblo. La habitación nuestra un pelín justa y pequeña, estuvimos en la zona del hospital.

Parador muy bonito y grande, edificios preciosos con varios anexos, escaleras bonitas, patios, piscina, vistas espectaculares de Guadalupe y la sierra.

Los paradores siempre maravillosos. POR FAVOR CUIDEN EL SERVICIO. NO siempre está a la altura. Gracias

La calma y la paz hechas Parador. La piscina está súper chula y mientras te bañas las vistas a todo el Monasterio de Guadalupe dan una absoluta tranquilidad monacal. Es precioso y muy tranquilo y en la zona se pueden hacer muchas actividades, históricas, artísticas, enológicas y en plena naturaleza. Siendo celíaca han tenido conmigo una atención impecable tanto en la cafetería como en la restauración e incluso me han adaptado los sándwiches que he pedido fuera de carta.

Sencillamente porque la calidad y cantidad de su cocina se ha visto algo resentida. El apellido de Paradores lo lleva pero recordaba su cocina con la Estella que esta vez les ha faltado para llevarse las cinco posibles. El trato sigue siendo exquisito, el patio exterior una visita obligada en verano y eso que este año el calor es sofocante. El helado de tarta de queso de los Ibores una delicia. Pero: la lubina escasa y seca, el solomillo torrado a pesar de pedir un punto menos, las alcachofas ricas, el gazpacho de cereza aceptable y la sopa de cocido para comer con tenedor y cuchillo.