Onírica en Burgos

Excelente opción para cenar, el personal muy amable y dispuesto y la comida súper rica

Excelente sitio, personal muy amable y simpático . Estrenamos menú y estaba exquisito.Platos sorprendentes de alta cocina. El.sitio es muy bonito. Merece la pena pagar el menú degustación y dejarte aconsejar por el personal.

El lugar tiene un ambiente agradable y tranquilo. El camarero que nos atendió, amable, rápido, profesional y con el don que tienen los auténticos profesionales de sala de estar pendientes de todo y "aparecer" siempre que lo necesitas y sin embargo no estar constantemente "molestando" o pululando todo el rato por la mesa. Respecto al menú degustación, presentación, cantidades y calidad correcta para el precio pagado. No obstante, como crítica constructiva, yo le daría una pequeña vuelta al menú degustación, porque a excepción de las carrilleras y el flan de naranja, que eran excepcionales, el resto de platos se me hicieron bastante anodinos respecto a su sabor. En general, un sitio que merece la pena probar en esta ciudad

Ha sido una experiencia de disfrutar de sueños y nuestra felicidad en nuestro matrimonio por el menú sorprendente de “90 minutos de puro placer”.

Estupenda cena en uno de los mejores restaurantes de Burgos, en plena calle San Lorenzo. Ideal para comer o cenar en Burgos bien mientras disfrutas de un agradable ambiente 👌.

Buen ambiente, buen servicio, buena comida...

un sitio muy agradable con un servicio espectacular pero la comida no me dijo nada,muy elaborada y con una presentación impecable pero a la hora de comer no hubo nada que me llamara la atención

Genial Muy bien asesorados para lo que queríamos comer Buen servicio Pocos comedores tan bien preparados he visto Comida rica y elaborada Una suerte haber encontrado este local

Hemos comido a la carta y ha sido una buena experiencia. Toda la comida estaba rica, el personal muy agradable y el sitio muy intimo. Por poner un pero, considero que hubiese mejorado la experiencia un cambio de plato y cubiertos entre la ensaladilla y el entrecot. Por lo demás, todo correcto.

Ce qui plaît se trouve dans l’ambiance, la décoration du lieu, l’emplacement face à un bâtiment religieux en centre-ville, la vaisselle élégante. Ce qui retient est une cuisine manquant de simplicité. À trop chercher l’originalité, les plats se suivent sans logique unitaire ou de continuité. Le menu 90 (pour la durée, pas le prix) en 6 temps est une enfilade de quelques mauvaises surprises. L’aubergine confite avec du maquereau fumé, des échalotes et une crème fouettée représente, selon mes goûts, le plat à ne pas inventer. Je sauve la joue qui intervient en plat carné et un original flan au maïs pour le dessert. Les quantités pourraient être réduites sans que le client ne se sente volé. Point de carte des vins. On a soit un accord mets-vins à prix très doux, soit un des vins de l’accord pour accompagner le repas. On peut considérer que le prix de menu est contenu à 43 euros. Le service est imparfait : verres apéritifs non desservis qui restent sur la table jusqu’au bout, couverts identiques changés uniquement au dessert et pourquoi le serveur s’équipe de gants en caoutchouc bleu pour vous servir l’apéro ? Drôle d’idée…