O furancho d'Santiso en Arzúa

Local muy bien decorado. Los churros calientes muy ricos. El menú del día 14 € a elegír 3 primeros y 3 segundos y postres variados. Comida casera y rica.

Me encantan los furanchos: los mejores embajadores de nuestra comida 100% tradicional, llenos de sabor y elaborados con ingredientes de primera calidad. El último que visité estaba en pleno Camino de Santiago, en Arzúa. Comí tortilla, pulpo y zorza con queso de Arzúa (¡con Denominación de Origen Protegida, por supuesto!). La tortilla, hecha solo con huevo y patatas, es un verdadero desahogo para encontrar la mejor. Bueno, esta fue sin duda una de las mejores que he probado. El punto de cocción era perfecto. Tenía un sabor intenso y sutil. Si tuviera que ponerle pegas, personalmente preferiría las patatas un poco más crujientes por fuera, pero todo lo demás, incluido el aliño, estaba perfecto. La zorza también fue una de mis favoritas: con el punto justo de pimentón, baja en grasa y cartílago; realmente excelente. ¡Un gran acierto para las patatas fritas caseras! Lo agradezco mucho, sobre todo ahora que muchos sitios están optando por los congelados. El pulpo fue el único plato que me pareció un poco menos impresionante, aunque seguía estando muy sabroso. Personalmente, lo prefiero un poco más firme, con tentáculos más largos y masticables; este estaba un poco más cocinado de lo que me gusta. En definitiva, una parada perfecta en el Camino para disfrutar de la auténtica cocina gallega.

En el cruce de caminos de una villa bulliciosa, donde la vía mayor se puebla de mercaderes, juglares y gentes de toda laya, hallamos un mesón de buena fama, cuyo nombre cantan los trovadores y cuyo aroma atrae hasta a los más extenuados peregrinos. Aquel mediodía, tras dura jornada y gran hambre, nos aposentamos en sus bancos de roble y fuimos atendidos con prontitud y cortesía dignas de la alta nobleza. El primer manjar que nos fue traído fueron anillos de mar dorados, fritos en aceite ardiente y crujientes como escamas de dragón vencido —tan sabrosos que, al llevarlos a la boca, parecía uno bendecido por los dioses del mar. A continuación se nos sirvió una tarta redonda de los cuatro quesos, fusión de leches de cabra, oveja y vaca, fundidas en armonía sobre un pan delgado como pergamino. Su sabor, aunque agradable al paladar, no llegó a despertar cantares en nuestra alma, mas cumplió con dignidad su propósito. Más lo que tornó la experiencia memorable fue el servicio: dos doncellas de sangre latina, venidas de más allá del vasto océano, nos ofrecieron atenciones con la gracia de damas cortesanas y la eficacia de escuderas veteranas. Sus gestos amables y prontitud hicieron de nuestra estancia un remanso de paz entre campañas. Recomiendo este mesón a todo caminante, bardo o caballero errante que desee saciar su hambre con noble trato, viandas honestas y espíritu de hospitalidad. Que los vientos os lleven hasta su puerta, y que el pan y el vino nunca os falten.

Hemos ido un grupo de 35 personas durante cuatro días. La atención ha sido inmejorable. La comida exquisita. Siempre nos han atendido a la hora y con varios camareros solo para nosotros. Lugar muy recomendable. Jorge e Inma siempre disponibles y educados.

Pizza deliciosa y muy contundente. Se notaba casera, la masa y los ingredientes locales. Muy recomendable

Estábamos haciendo el camino De Santiago y buscábamos un sitio para desayunar. El desayuno riquísimo, el pan muy bueno y el zumo natural. Además, el servicio excelente. Sin duda, el mejor desayuno hasta el momento durante nuestro camino De Santiago.

La camarera fue muy amable y atenta. La pizza estaba riquísima. Somos de Roma; es diferente a la nuestra, pero estaba buenísima.

Estamos de paso por el camino, y tengo que decir que nos atendieron muy bien, nos equivocamos pidiendo una cosa que pensábamos que era de otra forma, y no nos lo cobraron, todo un detalle

Espacio maravilloso y comida de calidad. Terminé almorzando y cenando aquí.

Un restaurante muy acogedor, rústico. Cenamos pizza con champiñones y salmón, ambos estaba. riquísimos. El salmón estaba en su punto y la pizza es una de la mejores que he probado en mi vida, y es que la recomiendo cien por cien si pasas por aquí y el flan casero estaba delicioso. Lo que le hubiese faltado es un poco de música gallega o celta.