Es un local bastante concurrido, donde van personas de distintas nacionalidades y procedencia, pero el amigo Said, su propietario ha sabido encajar perfectamente este puzzle plurinacional. Hay bastante respeto entre sus comensales, y en general hay un ambiente bastante tranquilo, pueden ir incluso hasta niños y se observa el respeto existente, dado que al haber menores, las conversaciones, entre clientes son más moderadas. El Sr. Said es una gran persona, lo ha demostrado con creces, y tiene un maravilloso corazón, me consta. Pues si vd va paseando por calle Sagasta, no dude en entrar en este local, aunque vaya acompañado de niños. Y verá que bien es atendido y con que amabilidad. Recuerde, nos vemos en el Menta y Limón de calle Sagasta! Gracias