Lavedan en Sallent de Gállego

El albergue de las 1000 ánimas. En Tramacastilla de Tena (Alto Gállego, Huesca) viven alrededor de 200 personas, aunque residen algunas almas más, que no quisieron o no supieron regresar a casa. Un entorno idílico y un paraje remoto pero accesible. En la mayoría de restaurantes que uno visita se percibe el trabajo, el respeto por la profesión y el mimo para el que se sienta. En algunas ocasiones, pocas, te das cuenta que la experiencia supondrá un antes y un después. Estas casas de comida afianzan el convencimiento de lo que en realidad buscamos sobre el mantel. Al mismo tiempo, ese evolucionismo no permite recular, y nos hace más selectivos y cuidados. Quiméricas intenciones, por escasez y por tiempo. A este casi milagroso y reducido segundo grupo pertenece Restaurante Lavedán. Nada es accesorio aquí. Tan acertado en el qué y en el cómo que escandaliza. Espacio, mobiliario, mantelería y vajilla. Algo en apariencia sencillo y donde tantas veces nos hemos perdido. La complicada sencillez. Gracias, Carla. Sergio Sainz revienta la cocina a golpe de obra maestra. Aún recordamos las palabras de David Rustarazo (Nairod Barcelona), “si examinas la carta de un restaurante puedes adivinar en un momento las ganas de trabajar que tiene el cocinero”. Echad un ojo, por curiosidad, a lo que ofrece el de Sallent… Tener que escoger aquí es sufrimiento, y permanecerá por mucho tiempo el arrepentimiento por no añadir las judías pintas con jabalí ó el pato azulón con trompetas y su royal. Glory to the newborn King. Sabéis que nosotros no somos muy amigos de los rankings y puntuaciones aunque solemos saltarnos ese principio en contadísimas ocasiones (una de ellas en la valoración del Santo Grial de la cocina de caza: la lièvre à la royale). La elaboración con chocolate de Lavedán es la burrada más grande que hemos probado nunca y contamos los días para regresar y repetir. Habitar en alma.

Muy relajados cenando. Carla es una gran profesional que te guía en cada plato. Nos recomendó un vino que casaba a la perfección. Volveremos

Fuimos a comer mi pareja y yo y salimos encantados. Pedimos el menú degustación y se notaba el mimo en cada uno de los platos, tanto a nivel de presentación como de sabor. También apreciar el trato de 10 por parte de Cristina, que fue quién nos atendió y nos aconsejó a la hora de elegir un vino que casara bien con todos los platos. Fue muy al cercana y una gran profesional. Volveremos sin duda!

Una comida deliciosa y refinada, un servicio impecable y cálido, un hermoso comedor: ¡qué más se puede pedir! Recomiendo encarecidamente este restaurante.

Me encantó. El sitio es impecable, la comida exquisita, de calidad y el servicio es de 10. Repetiria sin pensarlo.Es super recomendable de ir realmente vale mucho la pena

Un acierto siempre! Ya sea carta o menú, la experiencia es un 10. Cabe destacar además el trato, siempre tan amables y atentos!! Sin duda volveremos.

Comida muy autentica de la region, sabores diferentes pero muy sabrosos. Un muy buen restaurante. El servicio de 10.

Un restaurante extraordinario. Nada más entrar ya se nota el cuidado por cada detalle, por pequeño que sea. El espacio es acogedor, la sala está muy cuidada y la atención es impecable: un servicio cercano, atento y muy bien llevado. La cocina es una pasada. Se nota la pasión, el respeto por la gastronomía tradicional y, al mismo tiempo, el toque personal en cada plato. Una propuesta pensada y bien ejecutada. Te hacen disfrutar. Carla y Sergio, sois geniales. Sin duda volveremos.

Excelente trato,excelente servicio y excelente el menú degustacion, estoy deseando probar cosas de la carta,pronto volveremos

Reservamos comer cuatro personas, porque nos habían hablado muy bien. Nos ofrecieron carta y menú degustación, opción que elegimos. Se trata de una experiencia de gastronomía de montaña , que nos gustó mucho. Doce pases incluyendo un cóctel de inicio de una maceración de whisky con trompetillas posteriormente un bocadito de trucha a la navarra con una huevas infusionadas con grasa de tocino ; continuaron varios pases de “finger food “ destacando una croqueta de pollo al chilindrón con la piel del pollo crujiente, que nos emocionaron , una terrina de tres carnes, que recuerda a la cocina francesa del Pirineo , unos tomatitos confitados con caldo dasi con liquen en vez de alga, un bulbo de hinojo con piñones, esturión muy bien acompañado de un punto de limón, y la sorpresa de una salchicha de carne de cordero tensino con un milhojas memorable. Todo productos de la montaña que rodea a Tramacastilla , lugar del Valle de Tena donde atienden a los clientes Sergio, cocinero y su pareja en sala . De postre melocotón, recién traído de Calanda . Comida: 5/5 | Servicio: 5/5 | Ambiente: 5/5