La Rectoria de Vallcebre en Vallcebre

Ambiente muy tranquilo y servicio antentivo con sabores expectaculares. Vale mucha la pena si estáis en la zona. Mejor reservar con antelación. El precio del menú del día es correcto, las raciones son suficientes. Lavabo y sala limpios.

El menú correcto, les faltaría subir el listón un poco más en la calidad de los platos, el menú de 26'00€ destaca principalmente por el vino que ofrecen, creo que por el precio, los platos deberían destacar un poco más, las patatas enmascaradas están bastante bien, muy saladas... los garbanzos flojos y los guisantes fluyos. La ternera bien estofada sin mucha chispa, el cordero sin gusto, parecía hecho al horno, bueno pero insípido, para marcar que las patatas del acompañamiento destacaban más que el plato principal... Los postres totalmente industriales y con la típica nata de spray, que la... Y muchas moscas...

Comida menú espectacular!! Lugar precioso, fuimos con nuestra chihuahua, y fue muy bien venida!

Buen restaurante, buena calidad en el producto y buen servicio. Felicidades a la cocina. Soy cocinero titulado.

En la RECTORÍA comes como en casa, bien servido y con un ambiente muy agradable. Es la segunda vez que venimos y regresaremos cuando subamos por aquí otra vez. ¡Ah!, el MUERTE DE CHOCOLATE y PASTEL DE QUESO no se lo pierdan, ¡INCREIBLES!. El precio muy correcto.

El restaurante está bien pero esperábamos algo más por su fama. Sitio típico de menús caseros, comida buena, el servicio fue muy amable pero la experiencia en general fue buena, sin más.

Muy amables. Teníamos tsula reservada

Una cocina casera,honesta y de calidad.Gran relación precio-calidad.Muy recomendable.

En tres palabras: Todo muy bueno!!!

A veces, la mejor experiencia gastronómica no reside en la alta cocina, sino en la sencillez bien ejecutada. Eso es precisamente lo que encontramos en este restaurante de Vallcebre, donde la cocina catalana de proximidad brilla con luz propia. Aunque reservamos con poco margen de tiempo, nos confirmaron la mesa sin ningún problema. Al llegar, esperamos unos minutos mientras elegíamos los platos, pero la atención fue puntual y cordial. El servicio, a cargo de dos chicas simpáticas, resultó ágil y cercano, de esos que te hacen sentir como en casa. La carta no pretende ser extensa ni sofisticada, pero lo que ofrecen lo hacen muy bien. Empezamos con unas deliciosas judías estofadas con tripa de bacalao y butifarra negra, un entrante de sabor intenso, y de segundo, unos pies de cerdo gratinados con alioli, acompañados de escalivada, fueron un auténtico festival de sabor tradicional y buen hacer en la cocina. Este es un restaurante para disfrutar sin prisas, donde la calidad del producto y la sencillez bien pensada son protagonistas. Un claro ejemplo de que, en gastronomía, menos puede ser mucho más.