Corría el año 1987 cuando abrimos por primera vez la pesada puerta de aquella cueva que fue del cura, con el sueño de convertirla en un plácido espacio de sensaciones. En el mismo lugar donde se fundieran durante siglos la esencia de la tierra y la sabiduría del artesano para crear vinos genuinos, moldeamos rincones cargados de ensoñación, espacios donde compartir los sabores inmemoriales de una cocina tradicional aliñados con las fragancias de lo natural, en la mesa y en el entorno
Todo estaba muy bueno, pero es verdad que la tapa de pulpo yo la retiraría de la carta porque para mí era muy pequeña y aunque no estaba mala no está a la altura de pulpo a la gallega.
El lugar es bonito y peculiar. Típica cueva de la zona. La comida nunca defrauda (solemos pedir solomillo y chuletillas y siempre están muy buenas). Tiene una zona de terraza para tomar café que nos encanta, tranquila, bonita y agradable.
Buen lugar para una comida tranquila y de calidad. Al ser pequeños comedores no hay mucho jaleo y la comida es 100% agradable. La camarera muy atenta nos avisó de que estábamos pidiendo demasiada comida y que mejor quitar algún plato. La tortilla guisada muy rica, el bacalao y el pulpo muy buenos también, así como las costillas. Las raciones son generosas ( 2 buenos trozos de bacalao). El café de puchero 1.20€, me pareció curioso que lleven la jarra con café y la de leche y que cada uno se sirva lo que quiera. Los postres estaban muy ricos también. No hay cobertura, con lo que la comida se disfruta sin interrupciones. Merece la pena darse una vuelta por todo el restaurante para ver las cosas que tienen tipo museo así como las diferentes salas. No dispone de parking propio pero no hay problemas de aparcamiento en las calles próximas.
La comida es muy buena, pero pedí un poco de vino con gaseosa para mí solo y me cobraron 15 eur por una botella que no bebí. Una botella que ellos mismo venden por 6 eur. Luego pedimos claramente una ración de pan y nos cobraron 2. En el WC la cisterna no funcionaba.
La cueva es guapísima. Mi pareja ya era asiduo pero yo es la primera vez que venía y me encantó! Los embutidos buenísimos y la tortilla guisada muy rica! También pedimos unas chuletillas de lechazo que estaban muy tiernas. Para repetir una y otra vez. La atención es también buenísima.
El aparcamiento no tiene problema en las inmediaciones de la cueva , la cueva muy amplia llena de espacios de mayor o menor tamaño (Comedores) todo ellos muy acogedores , el servicio es rápido y muy agradable en esta ocasión nos decidimos por unas entradas para compartir(Lengua curada y Setas a la plancha) y de platos fuerte lechazo asado y Chuletillas todo estaba muy bueno para beber un rosado fresco de la zona muy agradable como colofón unos cafés de puchero perfectos para acabar esta comida .El precio fue correcto y la velada muy satisfactoria