Corría el año 1987 cuando abrimos por primera vez la pesada puerta de aquella cueva que fue del cura, con el sueño de convertirla en un plácido espacio de sensaciones. En el mismo lugar donde se fundieran durante siglos la esencia de la tierra y la sabiduría del artesano para crear vinos genuinos, moldeamos rincones cargados de ensoñación, espacios donde compartir los sabores inmemoriales de una cocina tradicional aliñados con las fragancias de lo natural, en la mesa y en el entorno
Comimos en la cueva de manera espontánea cuando hacíamos camino Madrid-Asturias.
Como no conozco el resto de restaurantes cueva de la localidad, no voy a entrar a valorar si es el mejor. Lo que si puedo decir que nos llamó muchísimo la atención la limpieza de todo el local teniendo en cuenta sus dimensiones y su particularidad.
La carta muy reducida pero todo lo que probamos fue destacable, en especial, el cordero asado y la cecina. Platos abundantes, sin especiar y justos de sal.
El personal muy amable y pendiente de todo.
De lo mejor del pueblo, comida rica y ambiente espectacular, lo recomiendo al 100%, pero reserva porque, aunque es muy grande, suele estar muy concurrido.