La Casa Gallega en Palma de Mallorca

Excelente, calidad precio, servicio, bien situado, rápido en servir, muy bien elaborado los platos, recomendable una vez más

En la vida tengo fe ciega, por eso voy a la Casa Gallega. Tienen langostas en su hábitat natural, dentro de un tanque de suspensión sensorial. No son tan guapas como Tenacitas, pero suculento es el jugo de sus pincitas. Decido a los entrantes ir a machete, pulpo a la gallega y chipirones de rechupete. A los chipirones hago entrega de una medalla, porque en mi boca son la mejor metralla. Crujientes y gozosos, son aptos para perezosos. A mí me gustaron más que un domingo, los consumí en un respingo. Un entrecot con salsa de pimienta es mi perdición, a negarme a sus encantos no tengo elección. La carne es sobre piedra candente, la presentan como un pecado indecente. Yo lo tengo que saborear, porque es tierno y apenas debo masticar. La salsa es un punto importante en esta engullición deleitante. Satisfecho queda este Gourmet Culto, el entrecot es un placer adulto. Pruebo también el salmón con salsa de curry y mango, por su sabor sepan que me arremango. Sutil y de mordida suave, pídanlo si no les sabe grave. El postre es mi imperativo, de su yugo no soy fugitivo. Una tarta de queso me solicito, porque soy muy exquisito. Con edredón de arándanos cubierta, su colcha es de mano experta. Le pongo un notable alto, está más buena que el cobalto. Bien aquí he comido, no me he arrepentido. Volveré a saludar a Tenacitas otra vez, porque prefiero la carne al pez.