16/08/2025: Espectacular , una fusión de lo tradicional y lo gourmet, 10/10 recomendado y sobre todo una excelente atención por parte del personal
12/08/2025: Si eres alguien que busca probar comida de verdad, es un insulto no acudir aquí
El encabezado de la experiencia fue abrumador, ya que con tan solo pedir su tapa de ensaladilla con huevos de codorniz, tú estómago ya siente el abrazo de la pura gastronomía
Lo que le sigue es básicamente arte y creatividad culinaria; su sexteto de brioches de melosos de ternera, más sus baos de chorizo criollo ya dicen mucho de por sí solo visualizando su aspecto; solo verlos te hace pensar que sin probarlos ya te habrás deleitado. Pero el deleite verdadero fue su heroica liga de 6 croquetas, (3 de pato con naranja y 3 de sobrasada) donde cada bocado, cada saboreo, cada textura en la boca te salvan la vida dental y del paladar, donde cada sabor te alegra el día, donde cada mordida se convierte en una visión de como han sido preparadas con amor, conciencia y sobretodo ímpetu, dándote cuenta que es un placer que solo los que cultura alimenticia poseen pueden asimilarlo
Pero si osas abandonar el local con la cantidad 0 de platos principales devorados, créame mencionar que es motivo de suspenso en conocimiento de los fogones, puesto que la playa se hace grande con su presencia cercana al establecimiento, y la montaña se aparece en forma sabrosa dándonos a conocer una de sus maravillas del mediodía veraniego, donde la costa y el campo colaboran para llevar a cabo uno de los acontecimientos gastronómicos más importantes del siglo; estamos hablando de la fideuá de pulpo con panceta, un momento de degustación que más no duró menos de 1 hora, su riqueza en sabor y su fusión terrenal marítima hizo que para la mente ya veterana de sabores y el paladar degustador se convierta en un periodo histórico de gloria alimenticia.
Para cerrar el libro la guinda del pastel no se hizo esperar, puesto que la copla de postres servidos en mesa hicieron su labor, la cual fue dejar claro que la variedad de éxitos dulces, trabajando en conjunto con la elaboración mano a mano, y sin olvidar a la pieza que hace que el puzzle se complete al 100%, es decir el amor por la cocina es la arma más letal para el dogmático que solo tiene en conocimiento consumir postres por completar la comida, pero sin comerlos realmente, sin probarlos de verdad, y sobretodo, sin sentir la victoria del paladar ante una Cheesecake que remata a los enemigos ya consumidos por la patraña de jamás haber probado un dulce, y una crema de chocolate que con su sangre de oro virgen extra, su baño noble de sal más su piel chocolate ya de sabor dulce sin haberla siquiera probado, enamoran a cualquier emperador, rey, príncipe del reino culinario de verdad, del reino donde la comida es la materia existente, donde lo es todo, y más importante, donde el Carpe Diem (aprovecha el momento) se hace notar en cada celebración oral y en cada abrazo estomacal.
Por añadidura, la suciedad brilla por su ausencia, puesto que un buen restaurante debe conducir al camino de la victoria deliciosa del comensal, por el camino más honrado; hablo del camino de lo impoluto, de lo limpio, de las visiones donde cada mesa limpia hacen un conjunto ordenado y brillante, y lo mejor de todo es que antes de entrar no es necesario cuestionarse a si mismo si el término "higiene" existe, puesto que ya sabemos tú y yo de sobras que más allá de la entrada se encuentra el reino de los que tienen fe en el verdadero creador, en el mesías, en el salvador: hago referencia a los que tienen ya cicatrices de guerras pasadas en su paladar, que ahora por fin contemplan como la luz asoma el final del persistente camino eterno, donde en cada momento cada guerrero ha querido tirar la toalla, sin saber que realizando este acto conllevaría a la peor de las sentencias, la cual es nunca entrar en el verdadero reino, en el paraíso.
Por un momento todos pensamos que la atención al cliente es poco relevante si bien la comida es divina, pero no dejar pasar esa ternura amigable hacia él comensal será imprescindible para rellenar el itinerario de la verdadera cocina; a eso lo nombró como la constante del trabajador de 100, donde esta tiene siempre el mismo valor.