La Bodega del Vero en Barbastro

Es un local que combina una tienda de productos gourmet y abajo un restaurante. El edificio fue una antigua fábrica de chocolate y tiene mucho encanto, pero tienen que darle una vuelta. La tienda podría ser maravillosa pero está un poco descolocada. El restaurante está muy chulo, pero el servicio fue muy lento. La comida está rica pero es muy básica, embutido, queso, jamón, y carne a la parrilla. Nosotros fuimos porque queríamos probar auténtico tomate rosa de Barbastro, que los tenían en la tienda. Las raciones son enormes, pero el servicio no es profesional. Es un sitio con muchísimo potencial pero se queda a medio camino. El precio en relación con la calidad del producto es buena, pero con el servicio no.

Valoración de la tienda, de 10, donde pudimos comprar varios quesos y embutidos. Sitio auténtico, de los que ya no quedan, y personal muy atento y amable. Una lástimo no haber cenado en el restaurante...

Lugar muy especial para ir a cenar, se encuentra en el interior de lo que es una fruteria y tienda de productos de proximidad. Probamos la tabla de quesos, que era todo de quesos km 0 de la zona y despues probamos el bacalao y el entrecot que estaba todo delicioso. Si quieres probar platos de productos de proximidad y Km 0 este establecimiento ofrece multitud de opciones. El personal del restaurante muy amable y las instalaciones en la planta baja hacen que cualquier velada pueda ser muy especial.

Un lugar 100% recomendable, tranquilo y con una atención muy cercana. La calidad de los productos de un nivel que cuesta encontrar. Volveremos.

Un lugar encantador con baja iluminación y a la luz de velas. La materia prima excelente, y fuimos atendidos con mucho cariño.

Grato descubrimiento. Trato de lujo, comida excelente, ambiente íntimo i místico . Un placer

Trato agradable. Local con encanto. Ricas tablas de embutidos y quesos muy bien presentadas.....

Lugar con mucho encanto, muy buen servicio y productos de alta calidad.

Venir a comer aquí sabiendo que es un restaurante con unas valoraciones tan altas , te condiciona. Entrar por la tienda de ultramarinos+frutería, la decoración rústica y antigua, bajar  al semi- sótano con techo abovedado, el ambiente fresco, la tenue luz, te hace transportar a una pequeña bodega de los años 30... La comida pues normal, quesos,  jamón,  ventresca de bonito, tomate, y carnes a la brasa, sin complicaciones.

Reservamos en este restaurante que ya conocíamos de varias ocasiones, pero hacía unos años que no acudíamos por lejanía a nuestro lugar de residencia. Al llegar estuvimos de pie, esperando en medio de las escaleras de entrada al restaurante, al menos 20 minutos, hasta que nos llevaron a la mesa. Luego en la mesa, otros 20 minutos de espera hasta que vinieron a preguntar la bebida. Luego otra vez 20 minutos de espera para pedir la comida. Pedimos tomate rosa de Barbastro con ventresca de bonito, que estaba espectacular, pero tuvimos que esperar casi 60 minutos a que lo trajeran desde que nos sentamos. Luego pedimos, magret, confit y un solomillo. Salvo el magret que estaba rico, el confit estaba mal preparado, demasiado frito o churruscado y seco. Y el solomillo que se había pedido al punto, vino como la suela de un zapato de hecho. No sin antes esperar otros 30 minutos. Ya no pudimos pedir postre, porque no teníamos tanto tiempo disponible. Un consejo? Si no quieren, tardar más de dos horas en comer, no vayan porque no merece la pena. Una pena, porque el sitio tiene su encanto, pero bajó mucho en estos últimos años desde que no habíamos ido y no nos quedaron ganas de repetir.