25/03/2025: Hoy no he comido en un restaurante. Hoy he vivido una experiencia gastronómica, que debería escribirse en los libros de gastronomía y en esas guías demasiado subjetivas y condicionadas. He cruzado las puertas de este establecimiento como un simple mortal con mi amada y mi sucesor en este mundo y he salido como un devoto de su cocina, transformado para siempre.
El primer plato de jamón y queso de calidad ambos fue para abrir boca y decirle al estómago que se preparara para lo que le venía encima. El pan, crujiente y dorado, crujió con el primer mordisco antes de ceder a la suavidad celestial acompañado del ajo y tomate como es tradicional en esta tierra.
Después llegaron las zamburiñas y en ese momento supe que la realidad no volvería a ser la misma por la calidad, el tamaño y el sabor que tenía cada una de ellas.
A continuación las gambas al ajillo qué es como yo las llamo pero debe de tener otro nombre, es otro tipo de plato y con otra elaboración, un deleite para mí paladar.
Seguidamente cuando vi aparecer el tartar de torreznos con esa delicada elaboración y presentación que caracterizaba a todos los platos, me di cuenta del nivel del local en el que estaba comiendo.
Para establecer un intermedio en la comida apareció esa ensalada con un delicioso tomate de sabor tradicional y un queso el cual no supe apreciar, pues no soy experto en quesos raros pero mi consorte afirmó, como especialista que es, que estaba muy bueno.
Cada uno de los bocados era como oír un aplauso en mi paladar. cuando los mordía. Y dentro al engullirlo era como si el plato hubiera sido bendecido con su mejor tesoro.
Pero entonces… apareció el plato principal la carrillera, pero no una carrillera cualquiera, ni esa carrillera que dices que se te deshace en la boca, sino la mejor carrillera que he probado en mi vida con gran diferencia y como le dijo mi heredero al maitre Juan, el único problema que tenía, era que le habían faltado tres o cuatro trozos más para poder seguir deleitándose. Al verlo, sentí que debía inclinarme en señal de respeto, era la arteria central de la felicidad, el pilar que sostiene el universo del sabor. Cada mordisco era un rugido de intensidad, una sinfonía de jugos y especias que danzaban en perfecta armonía.
Mi parienta, pidió un salmón el cual calificó como exquisito, yo no puedo opinar del mismo, porque no tuve el placer de degustarlo.
Y para finalizar como colofón de esa gran experiencia, ví aparecer esa torrija con el helado qué puso el colofón a la experiencia sobrevenida,
El servicio, impecable. La atmósfera, perfecta. Salí de allí con el alma en paz y el estómago cantando alabanzas. Si este sitio no es la octava maravilla del mundo, entonces el mundo debe reconsiderar sus prioridades.
Volveré. No por elección, sino porque mi destino ya está sellado. Este lugar y yo estamos ligados para siempre.
Aquí mismo plasmo una fotografía que da testimonio de todo lo explicado y expresado con mis humildes palabras.
Y si esto no es una reseña que baje Dios y lo vea.....
No entiendo por qué no se puede publicar esto y me lo retiro...
23/03/2025: Cn estos nuevos dueños,hemos ido a cenar y excelente.La comida, servicio, todo. Volveremos seguro,esas croquetas, las patatas bravas, etc... M encantó todo. Muy buena cocina.