Hotel Esccuela Las Carolinas en Santander

Edificio retro con gran jardín, amplio aparcamiento, muy tranquilo, centro accesible a pie en 15 minutos.

Un lujo al alcance de cualquiera. Un hotel de los de antes, que se permite el exceso de tratar a sus clientes con excelencia. Difícil de superar, también por el precio extraordinariamente competitivo, que se justifica por su condición de escuela hotelera. Altamente recomendable, pero se debe reservar con mucha antelación.

Hotel rústico. Correcto. Habitación, bien. Sin aire acondicionado (no suele hacer falta). Desayuno justito. Localización: en lo alto de la ciudad. Importantes cuestas o escaleras para ir a cualquier sitio. Mejor desplazarse en autobús o coche. Lejos de la playa. Aparcamiento sin problemas, 8 euros diarios.

Una de las peores habitaciones de hotel en las que me he alojado (aunque no viajo mucho, ¡no disfruté de mi estancia!). La ​​habitación era bonita, pero olía a cloaca por los desagües del baño. Tuve que usar una toalla para tapar la grieta entre el suelo y la puerta del baño y que el olor no se volviera insoportable durante la noche. La presión del agua de la ducha era bajísima. No pude ducharme bien en toda la semana que estuve allí. Y para colmo, no había ningún tipo de insonorización. Hubo un evento abajo durante un par de días y ¡había muchísimo ruido incluso en la segunda planta! Podía oír a la gente de la habitación de al lado hablando como si estuvieran justo al lado. Por la noche, ¡podía oír a alguien usar Duolingo dos habitaciones más allá! El balcón no es individual para cada habitación. Hay un balcón enorme que abarca la segunda planta y todas las habitaciones tienen acceso a él. Eso no me molestó mucho, pero ojalá lo hubieran aclarado al reservar. El desayuno es escaso. Un poco de fruta entera, huevos duros, yogures pequeños, tostadas con mantequilla y mermelada, té, café, zumo, unas lonchas de queso y una selección muy pequeña de bollería. Es suficiente para saciarte, pero da la sensación de ser algo que se toma rápido y se corre, en lugar de un desayuno de verdad para quedarse y disfrutar.