El personal es super amable (en especial Valentina), pero las esperas son terribles. Un sábado por la mañana y una persona para todo. Evidentemente no da a basto y toda la gente harta de esperar. Una pena no querer tener más personal para que todo el mundo esté feliz, supongo que será para tener más margen pero creo que a la larga no merece la pena. La comida está rica.
Me gustaron los pokes (compensa mucho más los grandes) tanto para tomar allí como para llevar, pero los postres (al menos la tarta de queso) nada recomendable.
La comida bien, pero cantidad muy escasa viniendo el bowl poco más de la mitad de su capacidad… cogeros mejor el grande sino queréis quedaros con hambre. En otros locales de la marca las cantidades son notablemente más abundantes.