Gin Fizz Cocktail Bar en Bilbao

Mucha energía, especialmente el barman "Albert". Un domingo tranquilo y sombrío, cerca del cierre, mi novia y yo fuimos a probar cócteles. Se esmeró en cada bebida, desde el vertido hasta la decoración. Como barman, estoy muy satisfecho. ¡Sin duda volvería a este lugar si tuviera la oportunidad!

¡Cócteles increíbles, servicio muy amable, muy buen rollo!

Genial para unas copas con amigos. Los barman son muy profesionales, dan espectáculo.

Realmente apreciamos este lugar. La paloma ahumada fue excelente. Disfrutamos el tiempo que pasamos allí y el camarero fue amable e incluso si estaba solo con mucha gente hizo un trabajo increíble.

Todo está increíble, partiendo de base por la atención del camarero que estaba en el momento, fluía muy bien aún estando mucho extranjero, resaltar que el cubata estaba 10/10 muy fresquito. (Basta decir que llegó su encargado un chico de gafas un poco más mayor a decirle cosas no muy agradables delante nosotros los clientes a un volumen elevado y no da una buena muy buena impresión).

Decoración muy adecuada a una coctelería. Pero el barman lo mejor, amable y sabe lo que se hace 😉👌

Sitio muy agradable y cómodo, buen sitio para tomar un cóctel con buena música de fondo.

Bonito bar de cócteles cerca del Guggenheim. Ves pasar los cócteles más bonitos, pero ¿cuál deberías pedir? 🤷🏼‍♀️ Está oscuro detrás y la música está bastante alta, pero todo parece agradable. Los cócteles son sabrosos y tienen buena pinta. Los diferentes gin fizz saben un poco igual... Desafortunadamente, no hay bocadillos disponibles con tu alcohol, excepto un plato de dulces.

Buenos cócteles, no los habituales, sino sus propias combinaciones. Muy bonitas y deliciosas, algunas incluso espectaculares. No se sirve comida, salvo algunos dulces. Buen ambiente, la música un poco alta. Personal amable. Se abrieron un poco después de la hora que decía el sitio web.

Disfruté muchísimo saboreando el mejor Dry Martini que he probado en mi corta vida de catadora de cocktails. Además, estuve muy bien acompañada, inesperadamente, por una criatura preciosa, de nombre Mía, y de su dueño, el simpático Roberto Altuna, creo que se llamaba. Y si no, pido perdón de antemano. Volveré.