14/08/2025: Fuimos a comer de pura casualidad buscando en Google un Furancho cerca de donde estábamos.
Dimos con este y muy contentos.
Relación calidad/precio.
Ambiente tranquilo
Comida muy rica
La tortilla riquísima, aún sabiendo que tardaban en servirla, merece mucho la pena.
La familia que lo lleva, muy simpática y educada.
M
10/08/2025: En Galicia, un furancho es mucho más que un lugar donde comer. Es una tradición centenaria en la que familias abren las puertas de su casa o bodega para vender el excedente de vino de su cosecha, acompañado de unos pocos platos caseros. El ambiente es cercano, auténtico y lleno de encanto, no es un restaurante al uso, sino una experiencia en la que se disfruta sin prisas, con buena comida, buen vino y la hospitalidad de sus anfitriones.
En Ribadumia, en la provincia de Pontevedra, se encuentra el Furancho Cacheiral, un ejemplo perfecto de esta tradición. No teníamos reserva, pero nos atendieron con amabilidad desde el primer momento. Mientras esperábamos, nos sirvieron dos tapas que ya marcaron el tono de la velada, unos mejillones y unos callos con garbanzos, regados con una jarrita de Albariño, refrescante.
Cuatro comensales, dos adultos y dos niñas, una vez explicada la carta con detalle y cariño por la dueña, nos decantamos por el siguiente itinerario de sabores.
Comenzando con los Pimientos de Padrón, que como manda la tradición, algunos pican y otros no, y sí, algunos picaron ;).
Seguidos de unas almejas frescas y llenas de sabor, con una salsa que invitaba a “remojar” el esponjoso pan.
Pasamos del mar a la tierra, con secreto ibérico con patatas, jugoso y bien cocinado. Y como punto fuerte, un estofado de cordero, excelente en sabor y textura.
De postre, una tarta de queso casera que cerró la comida con un punto dulce perfecto. Y, para rematar, un café de pota extraordinario, con ese sabor intenso de un café hecho en “lata”, regado sutilmente con leche vacuna fresca y gallega.
La comida espectacular, la sensación de estar comiendo rodeado de gente hogareña, que disfrutan del sabor de su tierra, con el sutil susurro de conversaciones en gallego, se dejaba notar esa sensación de calidez, de atención educada, de pausa, de tranquilidad, y sobre todo de cercanía. Aquí hay que venir con tiempo, sin prisas, para disfrutar de la tranquilidad del lugar y de la hospitalidad de los vecinos de Ribadumia
El Furancho Cacheiral no es solo un sitio donde comer, es también un rincón donde se saborea Galicia en cada plato y en cada conversación, un placer haber compartido este ratito, y…a ver si hay suerte con el 6.