Flor Restaurante en Huesca

Menudo cambio el entorno y el decorado lo mejor de Huesca Comida un poquito que desear, necesita innovar

Para repetir...buenísimo todo. El servicio como dicen los cánones de la profesionalidad del oficio del servicio de restauración

Calidad precio insuperable, la atención exquisita y un lugar súper acogedor y elegante. 100% recomendable.

Presentacion impecable y precio calidad inmejorable

La comida buenisima...comi ajoarriero y es de los mejores que he probado

De los mejores restaurantes de Huesca Capital.

Fuimos a comer con amigos y comimos genial,todo estábamos buenísimo.

Sin duda un restaurante con ambie6 familia . La ración del plato son abundante Si tines mucha ambre este es el restaurante certero . Sergio ágil y amable . Precio/ calidad justo . Volveré.

Primera vez en el Flor de Huesca, tras bastantes años sin pasar por el Lillas, pese a que el chef de ambos es del pueblo de mi mujer. El Lillas Pastia, referente de la provincia, se ha trasladado al edificio de detrás del Casino. El Flor, pasa de los porches, al Casino, al hasta ahora comedor del Lillas. Llegamos sin reserva un sábado y con carrito de bebé, lo cual no supone problema, pero es aconsejable reservar. No hay carta, todo está incluido en un solo menú con bastantes opciones, digamos que es una versión más accesible del Lillas. 25 € entre semana, 32 € el finde (aunque en la puerta ponía 30). Bastantes opciones para celiacos. La torta de queso y la berenjena, sabrosas, aunque sin sorprender. El mero, gustoso hasta sin su salsa, y bien acompañado. El cerdo al Oporto y trufa, finísimo, pero con mucho sabor. De postre, maracuyá, muy acertado de sabor, texturas y frescor para verano. La bodega, muy justita: aunque anuncian varias opciones, solo nos ofrecieron un Viñas del Vero Roble, económico. No hay mejor vino en el Somontano en ese precio, no es malo. Lo que por un euro o dos más la botella, hasta en el propio pueblo de Carmelo hay vinos mucho más interesantes. Buena comida (si no buscas maridaje) que en un precioso edificio como el Casino, siempre sabe mejor.

Por primera vez en el local del Casino. La comida mantiene su calidad, nada que objetar, pero el servicio se ha convertido en un suplicio de tardanza entre plato y plato. Comprendo que fue un sábado en hora punta, pero aún así supone un paso atrás. Dicho lo cual, no tengo ningún problema en repetir. De hecho, lo haré.