Fiskebar en Barcelona

Cerca del Club Marítim y el Maremagnum , con ubicación y vistas inmejorables .Local muy amplio , comedor cerrado con vistas y terraza magnifics Una carta variada y para todos los gustos, platos mediterráneos, ostras, nigiris,etcProbamos los arroces y estaban muy sabrosos. Buen servicio ( acertadas las recomendaciones) . Postres correctos. Posibilidad de tomar cócteles tras la comida. Buenos estandares de calidad y precios para su ubicación

El lugar maravilloso para un día soleado, todos los platos que pedimos estuvieron a la altura, pero dejamos la reseña especialmente por la Laurita, la persona que nos atendió, nos ofreció un servicio excepcional y siempre pendiente de nuestra comodidad y atenta a todo. Gracias, volveremos a un tardeo, así dá gusto.

Gracias Karla por tu atención, tu qué haz logrado qué hayamos tenido una gran experiencia, Rodaballo a las brasas muy rico, recomiendo 100 el complemento de papa y remolacha, las vistas de la marina imperdibles.

La location es espectacular! Una maravilla comer en la terraza, con el mar bajo tus pies! La comida genuina, de alta calidad y deliciosa. Los chicos que atienden en sala son super atentos, disponibles y hacen tu experiencias superlativa! Precios baratos por el servicio ofrecido! Sin duda alguna volveré!

Exelente servicio tanto como sala y cocina un 10 platos super precentables y top de la mano del chef Diego y el servicio de Gonzalo !!!

Tardeo los domingos y Bruno nos recomendó y nos atendió de 10!!! Carla te recibe con una sonrisa y te ayuda con lo que necesitas.

Vistas preciosas y comida muy buena. Pero lo que más nos ha llamado la atención fue la chica de la entrada (Carla), la alegría que contagia es admirable en este sector.

Experiencia perfecta! Servicio impecable y pescado brasa riquísimo! Lo que no te puedes perder: sashimi de pez limón 😍

Si no fuera por el servicio, este restaurante podría ser un referente. Fuimos a comer un día laborable, sobre las tres, con la terraza medio vacía. Nos acomodaron rápido, pero a partir de ahí todo se relantizo: tardaron demasiado en traernos las cartas y aún más en tomarnos nota. El personal no parecía estresado, pero el trato era excesivamente campechano, incluso con un punto de sorna fuera de lugar. Y es una lástima, porque la cocina funciona como un reloj. Los entrantes fueron un auténtico festival: tortitas crujientes de atún rojo con chipotle, croquetas de bogavante y un steak tartar impecable. El crudo de pez limón, fresquísimo. De segundo, un arroz marinero sabroso y unos linguine con cigalas al punto justo de picante. Todo estaba buenísimo y muy bien presentado, pero la experiencia global queda empañada por un servicio poco atento y nada profesional. La cocina lo tiene todo para triunfar, pero si no mejora el servicio, el cliente se va con un sabor agridulce. Mejorar el trato y el ritmo en sala no es opcional: es imprescindible.

Restaurante con muy buenas vistas y un servicio muy bueno. Comimos tártar de vieiras, pez limón, schnitzel, arroz de pato con alcachofas y todo estuvo perfecto y bien elaborado. El flan exquisito, la tarta de chocolate más normal, muy buenos vinos. Recomendable 100%