Fiskebar en Barcelona

¡Comida y ambiente increíbles! Anna y todos los camareros fueron fenomenales.

No puedo colgar fotos pq no las hice. Sólo puedo decir que todo lo que me llevaron vegetariano estaba buenísimo.

Siempre genial. Ubicado frente al mar, destacan sus ostras, el tartar de atún rojo y el pulpo a la brasa, todos con un punto justo y presentación cuidada. El ambiente es relajado pero elegante, ideal para una velada tranquila. Buena selección de vinos y cócteles. Precio acorde a la calidad. Recomendado para los amantes del mar y de la buena calidad.

¡Ambiente increíble y comida increíble!

Vistas magníficas. Comida no vale lo que pagas, el servicio bastante deficiente.

Ambiente y comida 10/10 como siempre pero nuestro camarero Bruno es el que ha hecho que nuestra exoeriencia sea realmente perfecta🥳⭐️

Es un restaurante muy bonito y con una situación privilegiada, vistas al puerto. El servicio lento, del primer plato al segundo tardaron mas de media hora. La comida llegó fría. El trato de la camarera, seco y poco profesional. Quizás, podría haber tenido la deferencia de informar del retraso o incluso dar una pequeña disculpa. Buen ambiente y buena musica. No recomiendo los Raviolis de salmón, tenían un sabor raro. El resto de platos, gustaron un poco más.

Excelente atención y comida exquisita con una vista maravillosa de la Marina

Si no fuera por el servicio, este restaurante podría ser un referente. Fuimos a comer un día laborable, sobre las tres, con la terraza medio vacía. Nos acomodaron rápido, pero a partir de ahí todo se relantizo: tardaron demasiado en traernos las cartas y aún más en tomarnos nota. El personal no parecía estresado, pero el trato era excesivamente campechano, incluso con un punto de sorna fuera de lugar. Y es una lástima, porque la cocina funciona como un reloj. Los entrantes fueron un auténtico festival: tortitas crujientes de atún rojo con chipotle, croquetas de bogavante y un steak tartar impecable. El crudo de pez limón, fresquísimo. De segundo, un arroz marinero sabroso y unos linguine con cigalas al punto justo de picante. Todo estaba buenísimo y muy bien presentado, pero la experiencia global queda empañada por un servicio poco atento y nada profesional. La cocina lo tiene todo para triunfar, pero si no mejora el servicio, el cliente se va con un sabor agridulce. Mejorar el trato y el ritmo en sala no es opcional: es imprescindible.

Restaurante con muy buenas vistas y un servicio muy bueno. Comimos tártar de vieiras, pez limón, schnitzel, arroz de pato con alcachofas y todo estuvo perfecto y bien elaborado. El flan exquisito, la tarta de chocolate más normal, muy buenos vinos. Recomendable 100%