Finca Los Valdespinos en Arcicóllar

Después de una buena ruta, una buena comida con su delicioso cocido, imprescindible

Todo muy bueno y abundante...el servicio...inmejorable. Recomendable 100X100

Un auténtico descubrimiento! Restaurante situado en una preciosa finca de Toledo, donde se combina a la perfección la cocina clásica con un entorno rústico y elegante. Probamos el cocido completo y fue una experiencia excelente, tanto por la calidad del producto como por su elaboración tradicional y sabrosa. El servicio merece una mención especial: camareros atentos, cercanos y muy profesionales en todo momento. La relación calidad-precio es correcta y acorde a la experiencia ofrecida. Sin duda, un lugar muy recomendable para repetir.

Es una finca muy cuidada, con una decoración y detalles muy coquetos. Fuimos a comer el gran cocido y nos pareció espectacular. Merece la pena ir y repetir. No habíamos ido nunca, nos lo recomendaron y han acertado. El servicio muy atento y rápido. Todo estupendo.

Buenas viandas y buen servicio, algo caro de precio.

Sitio de 10. Todo lo que hemos probado una maravilla, desde el cocido y las migas, a los postres o platos a compartir. Totalmente recomendable.

Bien pero excesivamente caro. Al final casi imposible bajar de 50€ por persona en un simple cocido. Eso sí, muy muy rico y de calidad.

Todo buenísimo. Pedimos cocido completo y estaba todo de esquisto y mucha cantidad, no pudimos con todo. Lo recomiendo 100%

Hay lugares cuyo encanto se revela solo después de superar una pequeña prueba. En el caso de Finca Los Valdespinos, esa prueba es una pista de tierra áspera y desconfiada que, por un instante, hace dudar al visitante. Pero basta cruzar el umbral de la finca para que el paisaje cambie: la calidez del entorno y la serenidad del comedor invitan a bajar la guardia y disponerse al disfrute. El servicio merece una mención aparte. El equipo combina amabilidad, profesionalidad y una discreción impecable; están cuando se les necesita y desaparecen cuando el comensal solo quiere saborear el momento. Un equilibrio difícil de lograr y que aquí se maneja con naturalidad. El cocido, protagonista absoluto de la visita, se mueve en la frontera de lo memorable. La sopa, con fideos finos y una cocción precisa, desprende un aroma que casi anticipa el resto de la experiencia. El caldo, extraordinariamente limpio y nada grasiento, se muestra suave pero lleno de intención. Los garbanzos pedrosillanos, pequeños y cremosísimos, evidencian una cocción cuidadosa, ligera, quizá demasiado para quienes buscan un golpe de sabor más rotundo, aunque se ven reforzados por el repollo y una lograda salsa cominera. La llamada “Pringá” —chorizo, morcilla, punta de jamón, tocino, pollo y morcillo— cierra el ritual con una contundencia bien medida, un broche que respeta la tradición sin caer en excesos. Y en cuanto a las raciones, conviene advertirlo: lo que aquí se sirve para dos podría saciar sin esfuerzo a cinco. La abundancia, pues, también forma parte de la propuesta. Los postres, sin alcanzar la altura del cocido, cumplen sin empañar el agradable poso final. El precio, 36 € por persona sin bebidas, resulta proporcionado a la calidad y, sobre todo, a la generosidad de la experiencia. En definitiva, Finca Los Valdespinos es un refugio donde el cocido se celebra con respeto y honestidad. Su creciente afluencia de comensales no es casualidad. Personalmente, salí con la sensación de haber encontrado un pequeño tesoro escondido tras un camino polvoriento: uno de esos lugares que, una vez descubiertos, se recuerdan con apetito.

Sin duda, la estrella es el cocido. Nunca nos vamos sin probar al menos otro plato: las migas, el pisto, la empanada… nada defrauda en este restaurante. Eso sí, hay que dejar hueco para sus postres caseros.