El sábado 26 de octubre tuve el placer de comer en El Txoko de las Herreras y quedé absolutamente encantado con el restaurante. Desde el momento en el que entramos por la puerta, nos envolvió un ambiente cálido y acogedor.
El restaurante es precioso, amplio, con música suave de fondo y con varias estancias, todas ellas decoradas con tanto mimo que hacen que te sientas acogido en cada lugar. Recorrimos el restaurante después de comer, y cada estancia del local invita a querer volver y reservar en una zona distinta. Aprovecharemos para para probar distintas cosas de la carta, espectacular: Cada plato que ves pasar hacia otras mesas hace que quieras probarlos todos.
Todo no se puede una sola vez, de modo que volver a El Txoko de las Herreras está marcado en nuestra agenda.
Tuvimos el placer de conocer al equipo que trabaja en el restaurante y quedamos encantados con todos ellos: La dueña, Amaia, te brinda una cálida bienvenida y te hace sentir como en casa. Tanto ella, como el local y la comida, han quedado marcados en nuestra memoria.
Irene y Angela nos sirvieron la comida y la bebida en la mesa con mucha simpatía y cercanía, y Luis, aparte de cocinar genial, fue muy simpático con nosotros.
A pesar de estar el restaurante a tope, con todas las mesas llenas, los tiempos de espera fueron normales, lo que demuestra la gran valía de todos ellos. Un equipo formidable sin duda, que trabaja con ilusión, y se nota en el resultado.
La experiencia fue simplemente maravillosa.
Comenzamos con unos entrantes para compartir. Unas croquetas de jamón: cremosas y deliciosas. Tortitas de camarones: ligeras y crujientes. Parrillada de verduras: frescas y cocinadas a la perfección. Y un plato de jamón: Delicioso. Después, optamos por un chuletón de ternera: La carne, de una calidad excepcional, llegó a nuestra mesa en una tabla, lista para terminar de ser cocinada a nuestro gusto en una plancha caliente. El cocinero Luis la selló a la perfección, conservando todos sus jugos y después cada uno de nosotros cocinó cada taco de chuleta a gusto de cada uno.
Divertido, delicioso, y acompañado por unas patatas.
De postre, elegimos trufas, que son caseras y muy ricas, y sorbete de limón.
El ambiente del restaurante contribuyó enormemente a la experiencia. La decoración rústica, con elementos de madera y piedra, y bonitas plantas, creaban un espacio cálido y acogedor. La iluminación, y la música de fondo, discreta y agradable, invitaban a la conversación y a disfrutar de una comida agradable que sin duda repetiremos.
Se veía al resto de mesas también disfrutando.
Un clima perfecto para una celebración o una escapada agradable en familia o amigos.
Por todas estas razones, merece mucho la pena acercarse a este lugar. Lo recomiendo.
Imanol R
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28 Octubre 2024
10,0