El Mulato en Layos

Nos gusta mucho comer su cocido y postres, abundante y sabroso con un precio más que contenido

Comida y servicio muy bueno, la parte de abajo con tanta gente, no había quien hablara tranquilamente, pero lo recomiendo para comerse un buen cocido.

Como siempre genial es tradición de ir a este lugar sobre estas fechas aunque vamos de vez en cuando en todos el año a comer su cocido fantástico yo se lo recomiendo a mucha gente que vayan a comer a este lugar

No sabemos que ha pasado, pero cada año ha ido bajando la calidad, cuando hace años era una delicia venir. Está última ocasión el caldo con un toque salado, y la ración no fue generosa, no sobró ni caldo, ni carne. 26€ por cabeza, lo cual también resta interés. Comimos en la parte de abajo, que al entrar al salón fue un golpe por la sensación desagradable de sauna que tuvimos durante toda la velada. Sinceramente, espero que vuelvan a ser como antes porque era un sitio al que nos gustaba ir.

Si eres de cocido, no te puedes perder este ..... Rico, abundante y a un precio mas que aceptable. Sin duda un lugar para repetir, un verdadero acierto.

En el sitio se come bien, la comida está rica pero algo escaso, excepto los garbanzos. Vinimos 4 personas y la carne nos pareció poca. Aparte al entrar nos dijeron que el carro del niño no lo podíamos pasar, diciendo que teníamos que avisar de que veníamos con carro (si que lo avisamos al hacer la reserva por teléfono). El camarero super antipático, el servicio deja un poco que desear.

Espectacular el cocido en este sitio y no es caro y la atención también muy buena sin duda un sitio de 10

Inmejorable cómo siempre; llevo años viniendo y no ha bajado la calidad en ninguno de sus productos ( ni la cantidad ) Cocido de toda la vida hecho con mucho amor, y se nota !!

En el corazón del pintoresco pueblo de Layos, Toledo, descubrí el cocido que redefiniría mi idea de lo sublime. En una taberna sencilla, con paredes de piedra y un aire que mezclaba tradición y calidez, llegó a mi mesa un plato que no solo alimentaba el cuerpo, sino también el alma. El cocido, servido en tres vuelcos como manda la tradición, comenzó con un caldo dorado y cristalino, cuyo aroma era un abrazo reconfortante. Cada sorbo era una explosión de sabor, rico pero equilibrado, con notas ahumadas y especiadas que hablaban de horas de fuego lento. Luego llegaron los garbanzos, cremosos y suaves, acompañados de un desfile de verduras tiernas: zanahorias, patatas y repollo perfectamente cocidos, que mantenían su esencia pero absorbían el alma del guiso. Y qué decir de las carnes: el morcillo deshaciéndose al primer toque, el chorizo picante y la morcilla de sabor profundo, todo coronado con la salinidad justa del tocino. Cada bocado era una oda al campo manchego, al saber hacer de generaciones. El tercer vuelco, un manjar en sí mismo, trajo las sobras del caldo transformadas en fideos al punto exacto, un cierre perfecto para un festín que no era simplemente una comida, sino una experiencia. Entre bocados, el entorno hacía su magia. A través de la ventana, las vistas de los campos toledanos y el murmullo de los vecinos del pueblo llenaban el aire. Era más que un cocido; era Layos en un plato.

Comí cocido y genial, me gustó a cantidad y la calidad y el trato de Sergio. Volveré seguro cuando vuelvan a abrir con mi familia