Caí por allí de casualidad Pedí una pizza sin mucha fe. Me atendió una camarera con un excelente trato.
Hacia años que no tomaba una pizza tan rica.
Sitios casi anónimos con excelente arte
Cada vez que voy, salgo encantada. Las pizzas son simplemente deliciosas, con masa en su punto y sabores que enganchan desde el primer bocado. ¡Y los postres son otro nivel! Caseros, dulces y perfectos para rematar la comida.
Además, el dueño es un encanto: siempre amable, cercano y pendiente de que todo esté perfecto. Da gusto encontrar sitios así, donde se nota el cariño en cada detalle.
¡Repetiré mil veces más!
Cada visita es un acierto total. Las pizzas están buenísimas, con ingredientes de calidad y ese sabor casero que enamora. Y los postres... ¡madre mía! Imposible resistirse, están espectaculares.
El dueño es súper simpático, te hace sentir como en casa desde el primer momento. Se nota que le apasiona lo que hace.
Un sitio al que siempre apetece volver. ¡Recomendadísimo!