Casa Roque en Morella

Nuestra visita a Casa Roque en Morella fue genial. Ideal para probar la auténtica cocina tradicional morellana Desde el momento en que entras, te envuelve un ambiente acogedor y familiar que te hace sentir como en casa. El personal atento, profesional y amable, siempre pendiente de que no falte nada y recomendando platos con gran acierto. En cuanto a la comida, cada bocado es un viaje por los sabores de la comarca. No puedes irte sin probar las deliciosas migas del pastor o el potaje morellano, sobre todo si el día es tan frío como el de nuestra visita. Las raciones son generosas, garantizando que nadie se quede con hambre. Imprescindible también la cuajada, muy típica aquí, está buenísima. La relación calidad-precio es excelente. En resumen, Casa Roque es una joya en Morella que no defrauda. Es el lugar perfecto para una comida tradicional y disfrutar de la mejor gastronomía local en un entorno con encanto. ¡Totalmente recomendable!

Inmejorable atención y una comida espectacular!

He comido en una excursión del Inserso. NUNCA me habían tratado tan bien,teniendo en cuenta mis intolerancias alimentarias. La atención y la calidad de la comida, de 10.

Todo perfecto. Lo recomiendo si vas a Morella 100%

Hacía muchos años que no volvía, y la experiencia ha sido igual de satisfactoria que entonces. Es como si el tiempo no hubiera pasado... Cocina tradicional morellana, en un edificio antiguo y con solera. Las croquetas morellanas, las mejores que conozco. Los champiñones con trufa, espectaculares. Las migas del pastor, deliciosas. El servicio, muy atento y amable. Un verdadero tesoro morellano.

Muy buena la comida y la atención.

Reservamos para sábado a comer 4 personas. La comida muy buena y bien presentada. Camarero muy atento Precio calidad muy buena. Pagamos por persona 26 euros.

Impresionante he quedado, por amabilidad del servicio, como no las espectacular las croquetas de Morella los postres me hicieron volver a la infancia. Gracias por sentirme un niño

Magnífica experiencia sólo ensombrecida por la lluvia, que no nos dejó ver las estrellas.

Con trato familiar, sin prisa y al detalle. Comida casera con esmero. Y muy bien atendido por la propia familia en una casa solariega.