Casa Aníbal en Sevilla

La comida es buena, típica andaluza, y a un precio razonable. El servicio es bueno, los camareros atentos, pero puede resultar complicado si no hablas español. Las versiones en inglés de los menús están bien traducidas por In Large. Lo único que diría es que tiene potencial para mejorar mucho. Los pequeños detalles son los que impiden que este restaurante sea espectacular. En cuanto a Sevilla, es un paso más allá de lo habitual, pero podría ser fantástico.

Estuvimos cenando el sábado de feria y no tenían ni la mitad de la carta. Ni jamón ni lomo para entrantes. Ya ni decir que sólo quedaban 3 tipos de vino. Ni cachopo ni muchos postres. Un sábado para cenar no se pueden quedar sin la mayoría de productos. El entorno muy bonito y el camarero que nos atendió muy bien también pero nos defraudó mucho la comida

La comida estaba bien. Sin pretensiones. No estuvo mal de precio. No te clavan. El servicio atento

Cuando entras al restaurante, lo primero que te llama la atención es la decoración que hace que el sitio sea especial, pero la comida no se queda atrás. La tabla de quesos tenía una combinación perfecta, la pavía estaba muy jugosa por dentro y crujiente por fuera, nada grasienta, las croquetas son las mejores que hemos probado hasta ahora, y el solomillo estaba muy tierno.

Diego nos atendió muy bien, servicio excelente. Seguro que repetimos

Es la primera vez que vengo a Casa Anibal y he de decir que ha sido espectacular. He de destacar la tosta de anchoa, albóndigas y solomillo al whisky. Agradecido la atención de Mohamed e Israel. Vale la pena.

Increíble decoración, servicio amable y muy buena comida. ¡Gracias a Diego e Isra!

Muy buen descubrimiento!! Buen ambiente general, los servidores, Diego e Isra, son atentos, agradables y eficientes. Los platos son finos y refinados, quizás no muy abundantes para algunos. Lo recomiendo mucho 😊👌

El restaurante es precioso, un ambiente espectacular y decorado. El servicio de camareros muy correcto, un detalle, escuchamos una charla entre ellos que no pega en un sitio como este....los clientes no deben de escuchar ningún tipo de polémica entre ellos. La comida? El cachopo estaba espectacular, las croquetas y la presa igualmente. El postre, que es mi debilidad, me llevé un poco de desengaño, mucho nombre y así así....De precio razonable.

Con ganas de conocer este restaurante, aprovechamos la oportunidad de la Magna que pasaba por sus puertas, para comer en familia. Por la singularidad y personalidad de su decoración y arquitectura, es inevitable hacer una pequeña visita a sus dos plantas e incluso subir a su ascensor, tan de época. Su carta permite compartir raciones y pedir algunos platillos individuales bastante curiosos. Para compartir, nos pedimos unas papas aliñadas, de toda la vida, unas tostas de anchoas y unas mini pavías de bacalao, bastante abundantes. Pero antes, a todos nos entró por los ojos su trilogía; un acierto de puchero, con su caldito bien caliente, su croqueta de puchero y un montadito de pringá bien rico, para un día de frío. Se nos antojó también la vieira a la parrilla, y es un espectáculo ver cómo te la preparan en directo en mesa. Excelente el punto de la presa ibérica y ya para terminar el toque dulce de un homenaje de chocolate a Papá Aníbal, que así por lo visto llamaban al famosos arquitecto en su familia. Recomendable el Marqués de Cáceres Blanco para acompañar todo lo anterior.