En lo alto de la fértil Bullas, donde la piedra caliza guarda la memoria del Mediterráneo y el sol madura los racimos con nobleza, se alza el estandarte de Bodegas Carrascalejo. Desde hace más de siglo y medio, su linaje custodia la vid como quien protege un tesoro sagrado.
De esas cepas viejas de Monastrell, hundidas en la tierra árida y valiente, brota un vino que no se limita a acompañar la mesa. Es relato, es herencia, es victoria y pasion. Su aroma recuerda a frutos oscuros y a la frescura del monte bajo; su color, a las llamas que danzan en las hogueras de antaño; su sabor, firme y profundo, evoca la lucha entre la fuerza del campo y la caricia del tiempo en barrica.
Cada copa de Carrascalejo es un viaje a la esencia murciana: sol, piedra y tradición. No se bebe sin más, se honra. No se descorcha en silencio, se celebra como un triunfo. Porque en él laten cinco generaciones y la grandeza de un terruño que ha aprendido a resistir y a brillar.
El legado de la familia Pidal continua está gran tradición creando esta fantasía que ha día hoy podemos disfrutar.
Carrascalejo es el vino que convierte un instante en leyenda.
Resumiendo... "ESPECTACULAR"