Can Carlitos, España en Formentera

Restaurante al lado del puerto con unos arroces espectaculares, una buena carta en general bastante variada, nosotros comimos mejillones que tenían una salsa buenísima, ensaladilla, pan con alioli, algún entrante más que ahora mismo no recuerdo, arroz meloso de Gamba roja y arroz al señoret, todo muy rico sobre todo los arroces, la sangría muy buena también. Recomiendo 100%

Un gran restaurante, pero sobre todo, ¡la comida es excelente! Los mejillones son imprescindibles. También son muy recomendables el pulpo en tempura y el ceviche de vieiras y langostinos. Muchos platos deliciosos, pero muy sofisticados.

Solemos hacer una visita anual y este año toó un sábado de septiembre. El sitio es fantástico y su carta igual. El personal en esta ocasión no estuvo tan bien, los platos principales salieron con mucha diferencia de tiempo, tuvimos que pedir varias veces cosas que nunca llegaron, etc. no estaban a tope, pero bueno. La comida muy buena como siempre y bien presentada. Los precios son elevados como en toda Formentera pero vale la pena la visita. A ver si el verano que viene nos reciben mejor!

Fuimos a Can Carlitos sin grandes expectativas, ya que en general las Baleares suelen cojear un poco en cuanto a relación calidad-precio, y muchos locales se enfocan más en estallar al turismo que en cuidar la experiencia gastronómica. Pero para nuestra sorpresa, este restaurante fue una grata excepción: tanto, que acabamos repitiendo, a pesar de que los precios son algo elevados (una botella de agua cuesta 6.5€). La primera visita fue con el restaurante casi vacío, y la atención dejó bastante que desear: servicio algo descuidado y sin ganas. Sin embargo, la segunda vez nos atendió un chico granadino y la experiencia fue totalmente diferente: trato amable, atento y muy profesional. Probamos dos arroces distintos en ambas ocasiones: el del senyoret y el de secreto ibérico. Los dos estaban muy buenos, con un punto de cocción perfecto y mucho sabor, aunque si tuviera que elegir, me quedo con el del senyoret, más equilibrado y sabroso. Los mejillones “Can Carlitos” son un imprescindible: estaban realmente ricos, y la salsa pide pan a gritos —no olvides pedirlo, porque vale la pena mojar hasta el final. De postre, probamos media galleta de crema de queso con Nutella, y fue una delicia, dulce sin empalagar y con una textura perfecta. En resumen, Can Carlitos fue una agradable sorpresa. La comida está muy bien, el ambiente es agradable y, aunque los precios sean altos, la calidad acompaña. Eso sí, como suele pasar en temporada alta, habrá que ver si el próximo año mantienen el nivel.

Fuimos 2 veces en nuestra estancia este año y la comida estaba muy buena. Cierto es que pedimos 2 arroces distintos y de entrante los mejillones que están para mojar pan. No puedo hablar del resto de comida de carta. Los arroces estaban muy buenos aunque me quedo con el de gamba y sepia. El postre también estaba bueno. El servicio del primer día no fue bueno, hubo mucha dejadez con nuestra mesa y hasta un camarero que se encontraba en la barra de bebidas se disculpó. Lo peor de todo es que el local estaba medio vacío. El siguiente día nos atendió un granadino y mejoró la atención del día anterior. Los precios de las bebidas son altos pero en general los precios son equilibrados para la calidad que ofrece y donde está situado. Pudimos repetir al día siguiente sin reservar porque estaba un poco vacío.

Lugar con buenas vistas y buena atención. Algo subido de precio pero es lo normal en las islas.

Recomendable, buena comida y buen ambiente. Hicimos la reserva online y solo nos daba unas horas disparatadas para comer muy pronto o muy tarde… y luego cuando llegamos al sitio estaba vacío.

Hicimos reserva previa lo cual es recomendable ya que el lugar se llena. Los camareros son muy amables. Pedimos el menú degustación de 69€ por persona. Impecable, pensábamos que nos íbamos a quedar con hambre (porque somos de buen comer) y no fue así! Medida perfecta. Las vistas que tiene el restaurante son increíbles muy recomendable para ver el sunset. Pagas lo que vale. Volveremos!

Hicimos un viaje en barco desde Ibiza a Formentera y reservamos una mesa para coincidir con nuestra hora prevista de aterrizaje. Desafortunadamente llegamos 20 minutos tarde para nuestra reserva, pero el restaurante estaba en su mayoría vacío. El servicio era muy lento, pero solo para nosotros! ¿Tal vez fue un castigo? ¿Sabes cuando ves que otros grupos vienen tras de ti pero consiguen su comida antes que tú? ¡Era eso pero con las perillas puestas! Las mesas entraban, comían y salían antes de que tuviéramos nuestro plato fuerte. Fue tan malo que tuvimos que comprobar las fotos de cuando entramos por primera vez para ver que las mesas que habían ido y venido estaban vacías a nuestra llegada. Tuvimos que esperar siglos para la factura. Todo tomó tanto tiempo que no pudimos explorar en absoluto. Lástima, porque la comida era excelente.

El entorno de Can Carlitos es precioso y la puesta de sol desde allí es realmente espectacular. En general, pasamos una velada agradable, pero hubo detalles que desentonaron. Tuvimos una experiencia un tanto peculiar con la camarera que nos atendió al principio. Su actitud fue inesperadamente brusca, hosca, rozando la hostilidad desde el primer momento, con un tono que recordaba más a una escena de reality show que al trato que uno esperaría en un restaurante de este nivel. Nos recordó, en físico y actitud, a Ylenia (de realities), lo cual podría tener su gracia si no fuera por los modales más propios de barrio que de un local de cierto renombre. Afortunadamente, el resto del equipo fue mucho más amable y profesional, y pudimos gestionar el resto de la velada con otros camareros/as que nos atendieron con una sonrisa. La comida nos pareció buena y las bebidas correctas, aunque algunos cócteles nos sorprendieron por su precio en relación con la cantidad servida. En conjunto, un sitio recomendable por la ubicación y el ambiente, pero sería deseable una mayor coherencia en el servicio para estar a la altura del entorno y la propuesta gastronómica