Fui a pasar el día a las hamacas y a comer con mi familia. Un acierto total. Es un lugar tranquilo y relajado con acceso directo al mar y a una pequeña playita. Y eso en julio, en Mallorca, es un auténtico paraíso. El servicio en las hamacas y el restaurante, excelente. Sin duda, volveremos.
Es un lugar de ensueño, muy pintoresco y se come muy rico frente al mar. Te das un bañito y luego a disfrutar con la comida. ¿Qué más se le puede pedir al verano? La comida muy fresca y el servicio correcto.