Bar Marcelino en Barcelona

Comimos un sándwich (tortilla española) con unos amigos después de la caminata. El sándwich no estaba bueno, así que no lo terminamos. ¡Pero la cerveza estaba buena!

Buen desayuno, aunque el espresso no es tan bueno. Hermosa vista.

Bonita parada a la sombra con vistas, vino y cerveza antes de tomar el teleférico.

Bonita vista pero la tortilla española aparentemente no estaba muy sabrosa.

Personal antipático e irrespetuoso. Sé algo de español, pero me da vergüenza pedir en español, así que pedí en inglés. Ya no tenían lo que pedí, así que busqué otra cosa en la carta. La mujer puso los ojos en blanco mientras murmuraba algo al hombre sobre "ser amable". Procedí a pagar y ella le susurró de nuevo, mirándome de reojo. No tenía ni idea de qué se trataba. Quizás pensaron erróneamente (como turista) que estaba frustrado porque no tenían lo que pedí, lo cual no es el caso. No fue muy amable con el cliente. Luego, cuando terminé, devolví mi plato para que no tuvieran que limpiarlo de mi mesa (siempre hago esto en todas partes por respeto al servicio). No, gracias. Entonces dije que la comida estaba muy buena y solo asintieron, sin una risa amistosa ni un agradecimiento. No sé, me pareció un poco extraño, no hubo un intercambio amable. Quizás no hablen bien inglés o les dé vergüenza hablar en un idioma extranjero, como a mí, pero claro, no hace falta hablar para comunicarse; una risa amistosa habría bastado. El ambiente es genial, con unas vistas preciosas de la ciudad y el aroma a flores del parque. Pedí un sándwich de jamón, ¡que estaba riquísimo! Pero muy caro. Un sándwich mediano (+/- 20 cm) costaba 5 euros.

Me encanta ir a marcelino y comer unas bravas aunque ahora sean más finas las patatas.

Un lugar para picar algo con una hermosa vista de la ciudad. Cafetería callejera de verano en el parque. Precios asequibles. Cerveza pequeña: 2 € y patatas con salsa picante: 5,8 €. Servicio rápido y tranquilo. Visitantes: turistas.

Vistas espectaculares desde Montjuic hacia Barcelona. Para tomar buenos bocadillos en relación calidad precio y muy buen trato de los propietarios.

Un lugar ideal para tomar algo rápido mientras se sube al teleférico o al Museo Miró. Vistas fantásticas y ambiente relajado.

Podrás sentarte maravillosamente bajo los árboles, tomar algo de comer y beber y disfrutar de la vista.