13/05/2025: Revisión de mayo 2025
Ha cerrado el restaurante del pueblo y se ha trasladado cerca, a un pequeño establecimiento donde se vende comida para llevar. De elaboración propia la mayoría y de proveedores de Huelva también.
Se aparca bien y la atención es magnífica.
La oferta no es nada original pero difícil encontrar por aquí. Cuando pasamos no había guisos ni platos calientes. Todo frío.
La relación calidad precio no es buena. Ocho piezas de maki con arroz pastoso y nori húmedo 11,90€. Lo mismo en las empanadas hechas con hojaldre industrial, los pokes o la ensaladilla.
Desde luego saben hacerlo mejor, así que tienen un voto de confianza. Veremos.
-----__________ooOoo__________-----
Revisión de abril 2022
En El Rompido hay no menos de 40 restaurantes. Los que no dan a la ría, se caracterizan por ofrecer propuestas que se salen del sota, caballo y rey, del dúo freidora/plancha. Unos pizza o hamburguesa infecta, otros brasa, platos exóticos o cocina arriesgada.
La Botánica no da a la ría y presenta una oferta diferente sin descuidar lo de siempre. Su carta, que cambia diariamente, ofrece ensaladas, tostas, sushi y pokes. Casi todo ello en exclusiva en El Rompido. También freiduría y pescados del día. Así que si están cansados de ensaladilla, pescado y gambas, hay que venir aquí. Y vaya si acude el público. Siempre lleno. En dos turnos. No es aconsejable venir sin reserva. Pero los clientes no solo llenan La Botánica por lo que hay en el plato, sino por lo que puede haber en la copa y porque es un sitio en el que “hay que estar”. No encontrarás aquí locales y si turistas y residentes de fin de semana.
La bodega es buena, bien seleccionada y con precios razonables, si bien muchas de las referencias resultan no estar disponibles. ¿Fallo o táctica?
En cuanto a la cocina, está penalizada por dos hechos. Uno, la necesidad de abrir el canal de comida a domicilio, lo que ha simplificado la oferta con platos que “viajen bien”. El otro hecho que penaliza a La Botánica forma parte de su ADN: sólo abre en fin de semana, lo que implica que las cámaras se llenan el jueves y se vacían el domingo. Supongo. Eso debe ser la pesadilla del chef, que se ve privado del fondo de armario necesario para practicar su oficio.
Da igual. Los clientes vienen buscando la tosta de carne mechada con “salsa especial” sobre bruschetta italiana (no lo es) con una carne ligera, sabrosa y jugosa. Las distintas versiones de makis, muy irregulares o los pokes refrescantes y variados. Las pequeñas tapas muy buenas para compartir y probar cosas o las propuestas de freidora diferentes: bolsitas y barquillos, son un éxito.
El servicio es numeroso, joven, poco profesional, entusiasta y muy amable. Nuestra camarera era ingeniera.
Los precios en línea con lo que se estila en la zona. Comimos bien, tres personas con cava y postre por menos de 90€.
Hay música innecesaria pero el volumen dificulta aunque no impide las conversaciones. Ayuda la lona que cubre el techo de la sala y que sirve para absorber ecos y ruidos.
En resumen una interesante opción que se dirige con éxito a un público concreto que responde y llena todos los fines de semana y que ha de utilizar cuarta y quinta gama para satisfacer la oferta. Fast food fino y resultón.
-----__________ooOoo__________-----
Es algo distinto a lo que se estila en El Rompido. La cocina de siempre está presente y se complementa con platos que indican la presencia de un profesional del ramo. Lo mismo aplica a la carta de vinos y al servicio.
Hace falta reservar, lo que es poco habitual en la zona, y da idea del éxito de su propuesta entre los visitantes de fin de semana.
Han cambiado hace poco de ubicación.