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Estábamos alojados en el hostal de al lado, el pueblo no ofrece nada más que este bar-restaurante así que si no quieres hacer unos kilómetros para cenar esta opción es la mejor. Ofrecen menú y platos de raciones, también bocadillos. La chiquita morena de la coleta es super amable, sonriente y dispuesta, una joya. Lástima que el última día yo, como vegetariana, me haya sentido super mal mientras cenaba escuchando a la dueña hablar con un lugareño sobre los clientes que pedían cambiar algo de los platos combinados, en un tono bastante agresivo... Mi plato era de esos, ya que todos se componían de huevos, patatas y algo de carne. No me dijeron nada por pedir ensalada, pero luego la conversación me sobró. El tercer día preferimos buscar otro lugar, para no molestarles, lástima porque la comida era buena, el precio justo y la atención amable.