Hemos comido de fábula. Local pequeñito pero grande por la calidad de sus tapas así como la amabilidad de los camareros! Nos han hecho sentir como en casa y la tapas espectaculares. Destacó los choricitos, la morcilla, la carcamusa, la perdiz, las migas! Si venís a Toledo visita obligada!!!
Susana Fusteria Amores
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14 Abril 2025
10,0
Fuimos de casualidad, pero un acierto 💯x💯.
Se localiza en pleno centro.
Nos pedimos platos tipicos y caseros las carcamusas, migas manchegas y ciervo en salsa, todo riquisimo.
Los camareros muy atentos y amables.
Al ser un lugar con pocas meaas y para coger mesa sin esperas, recomiendo ir temprano.
Y de precio (donde esta el local, la comida y el servicio) esta muy bien.
Recomendable visita y seguro que iremos cuando volvamos.
M. B.
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06 Abril 2025
10,0
Este lugar es el mejor. Destacar la buenisima atención de los dos camareros hoy al medio dia, la rapidez y amabilidad. El precio y la calidad son excelentes. Tomamos menú del día 17'50€/persona con todo incluido. Destacar las carcamusas, muy buena cantidad y sabor.
Ainara Aldana
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30 Marzo 2025
10,0
Sitio entrañable, buen trato y mejor comida… vino excelente y posibilidad de pedir medias raciones para no dejar ni una tapa sin probar!!! La empatía por parte del personal ha sido excepcional….
Javier Guzman
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29 Marzo 2025
10,0
Está bien !!! La atención es buena y la comida acorde al precio
zulma rocha
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22 Marzo 2025
8,0
Una buena experiencia, hemos comido menu y estaba bien en relación calidad precio. Es la segunda vez que venimos. Lo recomiendo
Andrea Carolina
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15 Marzo 2025
10,0
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️ Un deléite para los sentidos y un viaje en el tiempo en el corazón de Toledo
Hay lugares que no solo se visitan; se viven. El Bar El Corralito, una terraza anclada en el recoveco secreto de la Plaza del Corral de Don Diego, es uno de esos rincones donde el tiempo parece detenerse y las piedras susurran historias de siglos pasados. Nos aventuramos allí con el hambre del viajero curioso y la mirada inquieta de quien busca algo más que un buen plato. Y vaya si lo encontramos.
Nos rendimos ante el festín de sabores toledanos: migas manchegas que parecían susurrar recuerdos de pastores bajo cielos infinitos, asadillo impregnado de la calidez del sol de Castilla, carcamusas que contaban historias de tabernas bulliciosas y ciervo que parecía haber saltado de las páginas de un romance de caballería. Todo ello servido con una atención exquisita, como si el tiempo no importara y el único compromiso fuese el placer de la buena mesa.
Pero no fue solo la comida la que conquistó nuestros corazones. Nuestra perrita, como dama noble en corte ajena, recibió un trato digno de la realeza. La acogieron con una amabilidad que ya quisieran muchos lugares para sus clientes humanos.
Sin embargo, lo que realmente embruja de este lugar no es solo el paladar, sino el alma del Corral de Don Diego. Se alza como un testimonio de urbanismo medieval toledano, un patio cerrado al que se accedía por una sola puerta que, al anochecer, se cerraba para proteger los secretos de sus moradores. Su nombre lo debe al majestuoso Palacio de los Trastámara, antaño propiedad de Don Diego García de Toledo, alguacil mayor de la ciudad y señor de Mejorada, cuya sombra parece todavía vigilar desde las viejas piedras.
Pero la historia nunca es sencilla ni lineal. Se rumorea, en susurros que parecen perderse entre los muros, que este lugar fue un corral islámico en los albores del siglo XII, conocido entonces como la "Plaza de los Cambios", un bullicioso mercado de seda y especias. Y antes de eso, mucho antes, los eruditos más osados sostienen que aquí se alzaba parte del desaparecido Teatro Romano de Toledo. Sí, allí mismo, donde ahora se escuchan las risas de comensales y el eco de copas entrechocando, alguna vez resonaron las tragedias de Séneca y las comedias licenciosas de Plauto.
La historia se retuerce en el tiempo, como las vides en los muros. Tras la caída del Imperio Romano y la llegada de los árabes, el lugar cambió de rostro y de nombre, siendo ocupado luego por el linaje de los Diego García de Toledo, quienes alzaron aquí sus Casas Principales. Fue refugio de nobles, escenario de intrigas cortesanas y, en 1467, ardió en los Fuegos de la Magdalena durante las sangrientas revueltas entre cristianos viejos y conversos. Casi se puede oler el humo y escuchar los gritos de aquella fatídica noche.
A lo largo de los siglos, el Corral de Don Diego ha cambiado de manos y de rostros, ha sido Alcaicería de Paños, Corral de Comedias y escenario de riñas por herencias y mayorazgos. Pero siempre ha conservado su esencia, ese aroma a historia viva y latente que impregna cada piedra, cada sombra y cada rincón.
Si visitas Toledo y no te adentras en El Bar El Corralito, habrás dejado incompleta tu travesía. Porque no se trata solo de comida ni de arquitectura; se trata de escuchar el susurro de siglos, de saborear la historia y de caminar por un teatro que ya no existe... o quizás sí, oculto bajo las piedras que se niegan a revelar sus secretos.
Y mientras brindábamos con cerveza, casi pude ver la sombra de un patricio romano aplaudiendo desde un rincón, satisfecho de que su teatro aún viviera, de alguna manera, en los ecos de nuestra risa.
Toledo nunca fue tan eterno... ni tan delicioso. 🎭🍴🐾
Gonzalo Arenas de la Hoz
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24 Febrero 2025
10,0
Un buen lugar para comer por 17,50€ con bebida y postre y el del lado 20 con algo la diferencia nosé porque vi que servían los mismo. La comida es casera y rica lo único como recomendación es que pedí champiñones con salteado con ajetes, estaban bien pero podrían ser mejor si fueran naturales, estarían de 10. Lo demás muy rico la atención buena.
Diana
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18 Febrero 2025
8,0
El menú de sábado para comer fueron 17,50, de lo más barato de la zona, pero se come bien y el servicio es bueno, sobre todo el dueño que es bastante majo. Dentro es pequeño pero tiene terraza donde se está bien
Alejandro Adán
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03 Febrero 2025
8,0
Terraza agradable para tomar una caña.
Jose M G
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12 Enero 2025
8,0