Bar Club Náutico San Miguel en Cartaya

Entre el desastre y la calidad La experiencia osciló entre el desconcierto logístico y algunos aciertos puntuales. Todos los platos llegaron calientes, lo cual se agradece, pero el orden en el que salieron fue completamente arbitrario. Platos individuales y para compartir aparecieron desordenados, y el menú infantil —que normalmente debería salir primero— fue el tercero en llegar, cuando los niños ya habían alcanzado ese punto de hambre en que podrían haber mordido una servilleta. Los guisos pecaron de monotonía: todos parecían haber salido del mismo bote de tomate frito de lata, sin matices ni intención. Incluso el arroz caldoso parecía una variante triste del mismo experimento. En el lado positivo, la calidad del pescado fue excelente, destacando por encima del resto de la oferta como un náufrago bien vestido en medio de una isla de comida genérica. Las vistas, como era de esperar por la ubicación, eran preciosas. No es mérito del local, pero al menos no lo arruinaron. El servicio fue sorprendentemente rápido y servicial, incluso con el local lleno hasta la bandera. Una pena que la cocina no estuviera a la misma altura organizativa que el equipo de sala.

Maravilla de sitio, comida y personal!!