Abadia de San Martin en San Martín del Castañar

Escondida en la serena belleza de la campiña salmantina, la Abadía de San Martín es menos un destino turístico que una pausa en el tiempo. El pueblo es diminuto —con una población menguante y un silencio reinante—, pero ahí reside su encanto. No se viene aquí por las tiendas ni las atracciones. Se viene por la piedra, la quietud, la sensación de historia impregnada en cada pared. En el centro se alza una pequeña iglesia románica, de tamaño modesto pero de gran presencia. La piedra erosionada, los arcos sencillos y el peso de los siglos le confieren una especie de serena autoridad. Si la puerta está abierta, entra: no encontrarás grandeza, solo la honesta austeridad de una fe ancestral y un espacio que invita a la reflexión. Rodeando la iglesia se encuentran algunas casas, campos y las suaves y secas colinas del oeste de Castilla. De vez en cuando, se oye el lejano sonido de campanas o de un tractor. Quizás veas un gato en el alféizar de una ventana. Eso es todo, y para algunos, es perfecto. Veredicto: No es un destino para todos, pero es un bálsamo para quienes están cansados del ruido. Ven sin expectativas y encuentra la paz donde no pasa gran cosa, ni ha pasado nada desde hace mucho tiempo.

Bienvenida muy cálida, las habitaciones están muy limpias y modernas, la bienvenida es de primera categoría.

La palabra hotel se le ajusta perfectamente. Es un alojamiento rural con el encanto que se espera de él pero con las comodidades de un hotel de tres estrellas. La dueña atiende con calidez y aguanta con estoicismo los duros checkins que la nueva legislación impone. La atención tanto en el hotel como en el restaurante es amable, cálida y son los ritmos que una población pequeña impone. Ve a disfrutar del día, sin prisa ni el estrés de la ciudad. Las habitaciones tienen encanto, el baño limpio y bien equipado es un alojamiento al que no le veo ningún "pero...". El aire acondicionado no se podía poner pero creo que más por mi incapacidad de manejar tecnología del siglo XX que por el aire en sí. Cenamos en la terraza una hamburguesa especial que os recomiendo. Con todo lo que la palabra especial conlleva: huevo, balón y buena carne. Una cena agradable en exterior. Lo pasamos estupendamente, descansamos bien y tanto el pueblo San Martín del Castañar como sus alrededores merecen la visita. Es un pueblo con encanto y merece la pena el paseíto.

Muchas gracias por esta acogida fantástica. Tanto Carolina como Fernando son unos profesionales excelentes. Atentos y serviciales. La tabla de embutidos, croquetas y queso...deliciosa. Puede que nos hayamos excedido con la oferta de las 10 cervezas 🤣🤣🤣. Volveremos!!!!

Buen lugar para descansar, tranquilo y sin ruidos, habitación correcta,desayunos bien,zumo natural, bizcocho casero,un poco de embutido,tostadas..muy bien para visitar la zona,la propietaria simpática

Recomiendo muchísimo el hotel. El personal que trabaja en él y en el bar son muy amables y eficientes. El hotel es muy acogedor, limpio y tranquilo, el desayuno generoso y variado. Lo recomendaré a mis amigos y familiares porque repetiría sin dudarlo

En un pueblo muy pero que muy pintoresco,bonito y muy bien cuidado,descubres la Abadía con un Sr. en recepción (que creo era uno de los dueños )muy simpático y agradable.

Un sitio precioso, muy acogedor, muy limpio, un trato excelente y la habitación muy amplia

Muy acogedor,con ascensor y decoración cuidada.Buen sistema de calefacción.Ducha hidromasajes ( aunque nunca entiendo el funcionamiento y personalmente prefiero las normales).En invierno el pueblo apenas ofrece servicios de hostelería , excepto al mediodía.Recomendable reservar con desayuno incluido por la escasez de servicios en la zona