A Moa en Santiago de Compostela

El trato suele ser bueno y la comida también. Si tiene un defecto es quizá que la variedad de platos veganos es escasa.

No es lo que pensaba. Comida normal, El servicio algo caotico, a pesar de mucho personal. La carta solo en gallego e ingles, una pena. El restaurante la verdad es que si es bonito.

De lo mejor de Santiago. Menú del día muy bueno, carta currada y original. Ideal para comer algo distinto de lo que hay por la ciudad. Cocineros muy trabajadores y guapos, especialmente el que está en hornos.

Fuimos un grupo a cenar con menú cerrado de navidad. La reserva era a las 22:15h y cuando llegamos nos dijeron que la cocina cerraba a las 22:30h. Se notaba que querían atendernos rápido que no daba tiempo a acabar un plato y ya estaban con el siguiente. Fue bastante estresante. La comida estaba muy rica pero las raciones eran muy escasas. Por lo que pagas tendrías que salir lleno y no fue el caso en absoluto. El sitio es bonito y acogedor, una pena que la atención haya sido esa y los platos no hayan sido más abundantes.

A Moa en Santiago de Compostela, fue una experiencia maravillosa, tanto por la comida como por el lugar. Arriba tienen una barra infinita, es como una traviesa gigantesca muy guay, perfecta para picoteo acompañado de un buen vino, mientras que en la planta de abajo hay una zona más tranquila que da salida a un jardín encantador donde también tienes mesas, nosotros no comimos ahí, como de costumbre chovía😂 pero imagino que con buen tiempo es genial. La decoración sigue la filosofía de “menos es más”, consigue con pocos elementos un espacio acogedor y precioso. Y diferencia muy bien, aun siguiendo la misma línea, la parte de arriba más divertida y desenfadada, con la de abajo para comer en familia o cenar con amigos. En cuanto a la comida, el chef un genio vamos!! Los platos fueron exquisitos. Las ortiguillas, yo completamente nueva en este plato, fueron todo un descubrimiento para mí. La combinan con wakame y un toque picante, para mí perfectas, ¡me enamoraron! Las croquetas de pulpo sorprenden con su cremosidad y ese toque especial de pimentón de la Vera. Y encontrarte trocitos de pulpo.. mmmmmm rico ricoooo!! Los chipirones se deshacían en la boca, iban acompañados como de una reducción suave de pimentón también pero de sabor intenso, simplemente espectaculares. Las navajas fueron el único plato menos brillante, tenían algo de arena, pero imagino que no siempre será así. Visto el resto de los platos, fue un despiste no lavarlas. Pero, el camarero que nos atendía fue muy atento y nos regaló dos postres en compensación. La tarta de queso era como mousse, agradable, pero la estrella para mí fue la piña macerada en mojito creo que era (que desgraciadamente no hice foto): fresca, cítrica y perfecta para quienes no somos amantes de los postres muy dulces. En resumen, un lugar con mucho encanto, una cocina que sorprende y un personal atento y de 11! Sin duda, lo recomendaría y espero volver pronto.

Maravilloso Un descubrimiento. Estamos deseando volver. Por el ambiente y la comida excelente!!!

A pesar de no haber podido comer en el restaurante (que olia delicioso) por una equivocación en la fecha de reserva ,culpa nuestra tengo que destacar la amabilidad de Lolo que para la despedida de soltera que habíamos organizado se ha preocupado por encontrar para el grupo otro restaurante. Gracias !!

Todo excelente por un precio razonable en un lugar bien ubicado. Tomamos ensalada de quinoa, navajas y mejillones. Muy rico todo. La atención bien

Desde el momento que pasamos a la terraza nos quedamos embelesados con lo bonita y acogedora que es. La comida superó todas nuestras expectativas, los sabores eran auténticos y la presentación impecable. La persona que nos atendió fue encantadora, muy amable y atenta en todo momento. ¡10 de 10!

¡El valor fue increíble! Compartimos cuatro entrantes. Las raciones eran tan generosas que no pudimos terminarlas. Trozos de ceviche de pescado. Deliciosos calamares a la plancha con puré de patatas al ajillo. A 16€ o menos. Incluye una buena botella de Albariño, agua, pan y capuchino, todo por 85 €, impuestos y propinas incluidas. En un restaurante sencillo pero confortable y moderno en la planta baja con vistas al jardín. El moderno bar de tapas de arriba con asientos ofrece una buena opción si desea un bocado rápido o una copa de vino.