Los mejores restaurantes de cocina tapas en Frigiliana

01/12/2025: Íbamos seis adultos dos niños pequeños y un perrito, estuvimos muy cómodos en la mesa qué nos reservaron. La comida, las vistas y el trato del personal de diez.

29/11/2025: La comida buenísima y el trato del personal magnífico, maravilloso. Lo recomiendo 100%

28/11/2025: Hamburguesas estupendas, trato muy amable. Muy recomendable.

18/11/2025: Un restaurante increíble, escondido por casualidad, que descubrimos mientras buscábamos dónde cenar durante nuestra visita en verano. Es un lugar muy popular, sin duda. Conseguimos mesa las dos veces sin reserva, pero recomiendo reservar si sois más de dos personas por si acaso. Comida deliciosa, servicio amable, vistas preciosas... ¿qué más se puede pedir? Incluso cuando se fue la luz, el personal nos mantuvo entretenidos e informados de todo, y disfrutamos mucho a pesar del contratiempo.

25/11/2025: La comida era buena y no cara, aceptan tarjetas de débito y la vista desde la terraza era genial.

02/11/2025: Hay lugares donde uno va a comer, y otros donde uno va a comer y quedarse a vivir. La Tahona del Zacatín es de los segundos. Nos sentamos pensando en almorzar y terminamos adoptando al camarero. Pedimos albóndigas con salsa de almendras, pollo a la frigiliana con cous cous, una ensalada con manzana y queso fresco y, por supuesto, unas bravas que se ganaron el título de “patatas para ponerles un piso”. Uno más rico que el otro. El pollo, directamente, para chuparle los dedos al cocinero y después pedirle disculpas por el atrevimiento. Y cuando creés que no puede mejorar, levantás la vista: montañas, casitas blancas y, allá a lo lejos, el mar. Una postal de esas que te dan ganas de escribirle a tu yo del futuro: “volvé acá”. La atención fue tan buena que uno se va con la necesidad de abrazar. Los dueños nos contaron la historia familiar del lugar: antes fue panadería y todavía conservan el horno a leña, como un abuelo que sigue vigilando desde la esquina. Y el camarero —un chico que no debía tener más de veinte— atendía como si hubiera empezado a servir mesas antes de que se inventara el plato. Nos fuimos con la panza llena, el corazón más todavía, y la promesa firme de volver.