Los mejores restaurantes con terraza de otras cocinas españolas en Barbadás

14/06/2025: Muy bueno la carne a la piedra. La recomiendo. El local es bonito. Tiene un parking para unos 6 u 8 coches. Pero se puede aparcar por la zona. El día que fui estaba muy lleno. Pero aún así me atendieron muy bien Muy recomendable.

09/06/2025: Una experiencia bochornosa en todos los sentidos: carne en mal estado, atención pésima y cero autocrítica. Fuimos cinco personas a este restaurante: mi padre (cliente habitual hasta ese día), su pareja, mi hermano, mi pareja y yo. La ocasión prometía ser una buena cena en un lugar al que se tenía cariño. Lo que recibimos fue una experiencia profundamente desagradable, tanto por la calidad de la comida como por el trato recibido. El problema comenzó con un chuletón que no estaba simplemente “madurado”, sino en un punto claramente cercano a la putrefacción. Olor, textura y sabor lo dejaban en evidencia. No hablamos de matices sutiles de una carne madurada: hablamos de una pieza que estaba pasada, en mal estado. Pero lo verdaderamente inaceptable no fue solo eso, sino la actitud de la responsable de sala, que fue maleducada, cortante y con nula capacidad de escucha desde el primer momento. Ante nuestra queja —que fue expuesta de forma educada— no solo no se molestó en comprobar el plato ni consultar con cocina, sino que rechazó categóricamente cualquier posibilidad de error por parte del restaurante, invalidando por completo nuestra percepción como clientes. Ni se olió la carne, ni se la probó, ni se permitió el más mínimo atisbo de duda. La respuesta fue: “toda nuestra carne está buena”, como si eso bastase para silenciar un problema de seguridad alimentaria. Mi padre, con talante conciliador, pidió que se cobrara igualmente el chuletón y que se nos sirviese otra pieza, lo cual hicimos para poder seguir con la cena. Sin embargo, al terminar, intentó hablar con el cocinero —que además es uno de los dueños—, y lo que recibió fue un tono aún peor: gritos, soberbia y cerrazón absoluta. Le enseñaron el chuletero como si eso bastase para justificar lo sucedido, pero en ningún momento el cocinero —ni él ni su pareja, también propietaria— se dignaron a oler o probar la pieza en cuestión. Ni siquiera mostraron un mínimo porcentaje de duda razonable, algo que cualquier profesional con criterio debería tener ante una queja seria y fundamentada. No es solo una cuestión de paladar: es una cuestión de principios, de respeto al cliente, y de sentido común. En cocina pueden cometerse errores, pero cuando se cierra toda puerta al diálogo, y se responde con desdén, el problema es mucho más profundo que una mala pieza de carne. No volveremos, y lamentamos profundamente que un sitio que había sido de confianza se haya convertido en un lugar del que solo podemos salir decepcionados y molestos.