Los mejores restaurantes con terraza de otras cocinas españolas en Alella

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8,2
611
Opiniones

Celler Jordana


Alella, 30-45€
29/07/2025: Me gusta mucho este local en Alella, bue picoteo, productos de calidad y buenos vinos. Merece la pena.
08/07/2025: El Celler Jordana en Alella es uno de esos sitios que nunca fallan. Puedes disfrutar de un buen vino, siempre bien aconsejado por Manel, el encargado, que tiene el don de recomendarte justo lo que te apetece (aunque tú aún no lo sepas). La carta no es muy amplia, pero todo lo que sale de cocina es excelente. Eso sí, si quieres ir cada semana, quizá se quede algo corta… aunque con la coca de porchetta con Stilton ya tienes excusa de sobra para repetir una y otra vez. ¡Es espectacular! Un pequeño consejo: si crees que la comida o cena se va a alargar, mejor escoger las mesas tradicionales y dejar las mesas “barril” para algo rápido. Son bonitas, sí, pero no son lo más cómodo del mundo para estar horas charlando y disfrutando del vino. En resumen: buen vino, comida riquísima y un ambiente que invita a volver. Un sitio para disfrutar sin prisa… pero con silla cómoda.

7,9
258
Opiniones

Ca La Nena


Alella
16/07/2025: Servicio rápido y eficiente. Amabilidad y simpatía. Comer con relación más que correcta de precio/calidad. Menú muy amplio. Merecedores de las tres "B" Bonito. Bueno. Barato. Buena experiencia.
03/07/2025: Muy amables y mucho mono el interior

7,6
1536
Opiniones

Restaurant La Vinya


Alella
31/07/2025: Buen restaurante con comida casera catalana. Tienen terraza y unas vistas maravillosas al mar.
23/07/2025: La Vinya Alella: Crónica de un Descubrimiento Inesperado (y un Amor de 97 Años) A veces, los mejores planes son los que no haces. Este fin de semana, nos enfrentábamos a una misión de alto calibre: celebrar el 97 cumpleaños de la abuela de mi mujer. Noventa y siete años. Una proeza vital que exige un homenaje impecable. Nosotros solo teníamos que presentarnos; el tío de mi mujer, en un acto de fe ciega (o de sabiduría oculta), se había encargado de elegir el lugar. Para nosotros, La Vinya, en Alella, era un territorio desconocido, una sorpresa. Y qué bendita sorpresa. Llegamos sin expectativas y nos encontramos con un cómplice. Nos guiaron a un pabellón privado, un espacio acristalado solo para nuestra tribu, donde el caos familiar podía campar a sus anchas sin molestar y sin ser molestado. El primer detalle ya nos decía que estábamos en buenas manos. El servicio, durante toda la jornada, se movió con esa profesionalidad invisible que es la marca de la casa de los grandes, anticipándose a todo: desde los platos especiales para los niños, que llegaron veloces y certeros para calmar a las pequeñas fieras, hasta el trato reverencial y cariñoso hacia la matriarca de la fiesta. Descorchamos los vinos, incluyendo un Albariño en un guiño a las raíces gallegas de la homenajeada, y nos preparamos para el asalto. El pica-pica fue un despliegue de generosidad abrumadora, una oleada de platos que iban llegando a la mesa sin tregua. Recuerdo flashes, fogonazos de sabor: un jamón que era pura caricia, unas croquetas cremosas que te reconciliaban con el mundo, los pimientos del padrón, las setas con su bechamel, los caracoles... y una sucesión de otras maravillas que mi memoria, superada por la abundancia, ha guardado solo como una sensación general de felicidad voraz. Luego, los platos fuertes. Aquí es donde se mide la verdadera talla de una cocina, en la consistencia a través de la variedad. Y La Vinya no flaqueó. Por la mesa desfilaron obras de arte para todos los gustos. Vi pasar platos de pescado con una pinta espectacular, con esa frescura que huele a mar y no a pescadería. Vi otros cortes de carne, imponentes y jugosos. El veredicto era unánime en cada rincón de la mesa: todo estaba estupendo. Mi elección personal fueron unas costillas de lechal de Burgos. Un manjar. Pequeñas, con la piel crujiente como un caramelo salado y una carne tan tierna que el cuchillo se sintió un mero adorno. Enfrente, mi mujer se rendía ante un rabo de toro monumental, oscuro y meloso, de esos que se cocinan con el tiempo como ingrediente principal. Confieso que hubo un momento en que la miré con una envidia tan pura que temí por la estabilidad de nuestro matrimonio. Salimos de allí con la satisfacción de quien ha descubierto un tesoro por casualidad. Pero la experiencia no terminó con la comida. Los niños se apoderaron de los jardines, y su banda sonora de risas fue el telón de fondo de nuestra sobremesa en la terraza. El tiempo se volvió elástico, la tarde se rindió a la conversación y a las copas, y lo que empezó como una comida de cumpleaños se transformó en uno de esos recuerdos familiares que se anclan en la memoria. No elegimos ir a La Vinya. Y quizás por eso fue aún mejor. Fue un regalo inesperado, un descubrimiento afortunado. Un lugar al que no sabíamos que necesitábamos ir y al que, ahora, sabemos que volveremos. Porque hay pocos sitios que entiendan tan bien que la mejor comida es la que sirve de excusa para celebrar la vida.

7,6
501
Opiniones

Ca l'Estrany


Alella
31/07/2025: Un lugar con mucho encanto, repetiremos seguro. Los montaditos son fantásticos
25/07/2025: Muy buena alternativa para tapear y tomar unos vinos y cavas en el Maresme.

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