Descubre el mejor restaurante en Juslapeña
7,8
543 Opiniones |
Casa Arteta
Juslapeña
11/11/2024: Local ruidoso, imposible mantener una conversación en un tono normal.
Comida irregular. Puerros en vinagreta y revuelto de hongos muy ricos. Croquetas del montón. Postres decentes pero chuletón de buey de mala calidad: tenía tejido conjuntivo para aburrir. Nos pasamos un buen rato masticando trozos incomestibles. A eso hay que añadir que pedimos la carne al punto y nos la trajeron prácticamente cruda. La devolvimos a cocina, nos la pasaron más, pero como ya vino cortada la primera vez lo que llegó a la mesa era un batiburrillo de piezas demasiado hechas, al punto y otras que seguían crudas.
Servicio muy deficiente. Larga lista de platos fuera de carta imposible de retener, que además variaba de una mesa a otra, y, por supuesto, no te mencionan el precio. El trato al cliente local es con muchísima diferencia mucho mejor que al visitante ocasional. Nos atendieron dos camareras. La primera, joven, fue correcta; la segunda, Blanca, que asumo que era la propietaria, corría como pollo sin cabeza sirviendo de forma atolondrada, ruidosa, transmitiendo la impresión de estar desbordada y haciendo que te sintieras incómodo. Por supuesto, ni una sonrisa ni una palabra amable excepto con las mesas de los conocidos.
11/11/2024: Local ruidoso, imposible mantener una conversación en un tono normal.
Comida irregular. Puerros en vinagreta y revuelto de hongos muy ricos. Croquetas del montón. Postres decentes pero chuletón de buey de mala calidad: tenía tejido conjuntivo para aburrir. Nos pasamos un buen rato masticando trozos incomestibles. A eso hay que añadir que pedimos la carne al punto y nos la trajeron prácticamente cruda. La devolvimos a cocina, nos la pasaron más, pero como ya vino cortada la primera vez lo que llegó a la mesa era un batiburrillo de piezas demasiado hechas, al punto y otras que seguían crudas.
Servicio muy deficiente. Larga lista de platos fuera de carta imposible de retener, que además variaba de una mesa a otra, y, por supuesto, no te mencionan el precio. El trato al cliente local es con diferencia muchísimo mejor que al visitante ocasional. Nos atendieron dos camareras. La primera, joven, fue correcta; la segunda, Blanca, que asumo que era la propietaria, corría como pollo sin cabeza sirviendo de forma atolondrada, ruidosa, transmitiendo la impresión de estar desbordada y haciendo que te sintieras incómodo. Por supuesto, ni una sonrisa ni una palabra amable excepto con las mesas de los conocidos.
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