Descubre el mejor restaurante con terraza de cocina mediterránea en Arboleas
8,3
738 Opiniones |
El Castillo
Arboleas
25/11/2024: El servicio muy bueno, algo lento pero a nosotros nos dió igual no teníamos prisa.El ambiente también muy bueno.La comida riquísima, la única pega es que son cantidades no muy grandes para personas que no comen mucho y el postre también pequeño.
18/11/2024: El local estaba poco iluminado, el tipo de lugar donde las malas decisiones y las peores comidas mueren silenciosamente. Me senté a la mesa, pegajoso por el abandono, y miré el menú; cada palabra era una promesa que no tenía intención de cumplir. Pedí champiñones, carne de res y tal vez, solo tal vez, una pizca de dignidad.
Los hongos llegaron primero, resbaladizos y relucientes como si los hubieran sacado de un derrame de petróleo. No estaban salteados: me estaban bañando el paladar con grasa. Cada bocado se deslizó hacia abajo como un insulto, dejando mi lengua cubierta de algo que podría haber sido vergüenza.
Luego vino la carne. Dulce infierno. El olor me abofeteó la cara como un mal recuerdo. Di un bocado, sólo uno, y mi estómago levantó una bandera roja. Sabía a error de carnicero, dejado demasiado tiempo en el frigorífico y cocinado con desprecio. Duro, ácido y ligeramente rancio, no era comida: era una advertencia.
¿El camarero? Una sombra. No "¿Cómo está la comida?" porque ambos lo sabíamos. Esto no fue una comida; era un dedo medio servido en cerámica.
Pero entonces, justo cuando me estaba preparando para tirar toda la experiencia al vacío, llegó: el pastel de limón. Amarillo brillante como si hubiera sido besado por el sol. No esperaba mucho después de la masacre en mi plato, pero el primer bocado fue... una revelación. Dulce y agrio, ligero y tierno, como un fugaz momento de esperanza en un mundo que de otro modo sería brutal.
Lo terminé, hasta la última migaja, como si a un hombre hambriento le entregaran la salvación. No borró los horrores de la comida, pero suavizó el golpe.
Entonces agrego una estrella. Ni por el servicio, ni por la carne, y mucho menos por los champiñones. Ese pastel de limón, como un bote salvavidas en un océano de desesperación, se lo merece. ¿Volvería? Sólo si pudiera pasar directamente al postre y olvidarme del resto.
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